Toda una preciosa, impactante, emotiva e histórica fotografía de aquellos años, obra de un maestro fotográfico como Juan Franco López.
En aquellos años, antes de la llegada del turismo, el gran motor económico del sur de Gran Canaria, se encontraba repleto de tomateras. Los agricultores se valían de unas cañas para ir sujetando la planta tomatera en su crecimiento. Y, al final de la temporada, esos esforzados trabajadores agrupaban los palos de este modo, en lo que llamaban cucañas. Una cucaña canaria que servía para mantener en buen estado las cañas que, posteriormente, servirían para amarrar los tomateros. Y de las que todavía se pueden encontrar por algunos lugares de Maspalomas, ejemplares de cucañas que ya van decayendo con el paso del tiempo.
Pero por ahí se andaba siempre, cámara fotográfica al Hombro, Juan Franco López. Una persona de exquisita sensibilidad que trataba de recopilar todo tipo de imágenes, de estampas, de fotografías, que, sin duda, se convertirían en extraordinarios documentos de Maspalomas y en unas páginas de relieve en la historia de Maspalomas.
Toda una amplia y muy valiosa colección histórico-documental, comprendida entre los años 1955-1990, que Juan Franco López fotógrafo, informador y corresponsal de diversos periódicos, cedió, en su día, al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, tratándose de «una documentación gráfica que se considera fundamental para comprender la evolución social, urbanística y económica del municipio turístico, considerada por los entendidos de una importancia histórica incalculable”.
Un archivo con numerosos documentos de estampas tradicionales y costumbristas, familiares, festivas y de un amplio compendio, del que deja constancia la extraordinaria inquietud, vocación y sentido humanista como el de Juan Franco López.
La cucaña canaria servía para mantener en buen estado las cañas que luego servían para amarrar los tomateros
Tomates, cañas, cucañas… Y, al fondo del todo, el Faro de Maspalomas, convertido, hoy, en uno de los emblemas del sur de Gran Canaria.