La desquiciada y perturbadora convocatoria de elecciones, por parte de Pedro Sánchez, en pleno mes de julio, con altas temperaturas, en mitad de un puente festivo, y a raíz del severo varapalo que sufrió el 28-M, merece una contundente respuesta. España necesita el voto de todos los electores.
Y es que el 23 de julio se celebran unas elecciones muy importantes. Con una delicada situación en una amplia serie de sectores y ámbitos, la economía, la inflación, el paro, la impresionante escalada de los precios, incluidos los de los productos básicos, con un presidente que miente tanto como habla –pactos con Bildu, con los golpistas, con Podemos, cuyos ministros continúan en el Gobierno–, cuando son muchas las familias que se encuentran sumergidas en el umbral de la pobreza y de la exclusión social, con unas tremendas riadas de inmigrantes ilegales, con inmensas subidas de impuestos, sus desprecios a amplias capas de la sociedad, todos debemos de hacer el mayor esfuerzo para ir a votar. Porque España se juega mucho en este envite de un desquiciado presidente.
Arrogante, vanidoso, ególatra, narcisista, alejado del pueblo y de la realidad social de la calle, que solo pisa rodeado de escoltas, con una deuda pública que arrasa a la cada vez más depauperada economía española, que lastra a numerosas familias, incapaz de dar la cara y de decir una sola verdad, ha llevado a España, a golpe de actuaciones lamentables y de decretos leyes, a una situación verdaderamente compleja, que pagamos todos. Y con una deuda que está generando un complicado panorama para la siguientes generaciones.
España no se merece un presidente que mienta. España no se merece un presidente que solo vive rodeado por auténticos manipuladores de la sociedad, –como es el caso de Tezanos, jugando caprichosamente con las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas, Oscar López, su jefe de gabinete– y otra larga serie de cuantos andan comprometidos con la mamandurria y la burla a un país. llamado España.
Con todos los medios públicos a su plena disposición y otros privados, con unas campañas de propaganda y de publicidad de Pedro Sánchez verdaderamente deleznables, enquistado en sus fantasías y en sus manías, tuvo que soportar en el debate del pasado lunes, a pesar de sus constantes interrupciones a Alberto Núñez Feijóo, y a pesar de unos inmoderados moderadores, como Ana Pastor, la verdad clara y pura que le ofreció el candidato del Partido Popular, con gran lucidez, serenidad y datos y cifras, mientras Pedro Sánchez, perdía los nervios, tensaba el gesto, se ponía terso de ira…
Pero ,sobre todo, perdió el debate porque se encontró con un oponente que le demostró con absoluta nitidez su tremenda catarata de errores, que han desgarrado la realidad de España. Y que todos los votantes debemos de reconducir desde la mayor sensibilidad democrática.
La mejor elección democrática: Acudir a las urnas el 23-J.