Pareciera que a los autodenominados aspirantes a renovadores, como Samuel Henríquez, se los ha engullido la tierra.

Hay cuestiones que, modestamente, no parecen tener explicación. La crisis generada por los autodenominados renovadores, que pisaron el acelerador a tope, de repente, llenando espacios de medios de comunicación con la publicitación de su lucha, con el objetivo de descerrajar los despachos del presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez, y del secretario general, Carmelo Ramírez, es uno de esos casos misteriosos, al menos con aspirantes como Samuel Henríquez. Y apelando a los resultados electorales y otros considerandos.

Samuel Henríquez, que de primer teniente de alcalde en el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, pasó a ser portavoz de su grupo parlamentario, con cinco ediles, y nada más, con una actividad política escasa, al menos lo que se percibe en San Bartolomé de Tirajana. Acaso porque ya estaba afilando los sables de la pelea de los renovadores, que, con la decapitación de Pedro Rodríguez, como alcalde de Guía, parecen haber entrado en una depresión de antología.

Samuel Henríquez Quintana, en el centro de la fotografía de los autollamados renovadores

Cuando Henríquez se encariñó con el Mercado de Maspalomas

El hecho cierto es que Samuel Henríquez, aquel que se encariñó con la obra del Mercado de Maspalomas, tal cual nos dijo telefónicamente la única vez que hablamos unos segundos, y que lleva un retraso de extraordinaria magnitud, del que «maspalomasplus.com» publicó amplia información, ya pareciera que no da señales de vida. Puede que se halle meditando…

Claro que las credenciales de Samuel Henríquez no eran las mejores, con sus resultados como para incrustarse junto a líderes en un frente que ya ha dividido por completo, como saben, la vía del entendimiento, aunque los bomberos de Nueva Canarias hayan apagado, de momento, el fuego provocado –justa o injustamente es cosa de Nueva Canarias– en el seno del partido, del que ya se benefician otras formaciones.

Allá Nueva Canarias de San Bartolomé de Tirajana y su poco diplomático portavoz en el Ayuntamiento, casi siempre situado, eso sí, en el centro de la mesa de los renovadores de Nueva Canarias.