Siguen llegando sin cesar pateras al Archipiélago Canario, ante la dejación del Gobierno de Pedro Sánchez.

Un nuevo cayuco africano alcanzó ayer por la tarde las orillas de Gran Canaria. Un nuevo cayuco, que como tantas pateras o lanchas neumáticas llega a las islas repleto de personas desesperadas huyendo y escapando de diversos países –Marruecos, Mali, Senegal, Mauritania, Costa del Marfil, etc– y llegarse hasta su sueño deseado, el Archipiélago Canario, para continuar sus rutas de la esperanzada desesperanza y acabar quién sabe dónde.

Pero lejos, eso sí, de las crisis políticas, económicas, sociales y humanitarias existentes en sus países de origen, de donde huyen, ante una clase política y unos regímenes que tan solo abocan a la desesperación a tantos y tantos inmigrantes ilegales hacia otras partes del mundo.

Para ello, antes de decidirse a tomar un humilde cayuco, una pobre lancha neumática o una maltrecha patera, los inmigrantes ilegales africanos tienen que ponerse y arriesgarse, salvo alguna aislada excepción, en manos de la operatividad de las redes mafiosas y criminales que actúan, por uno y otro lado, con total impunidad, jugando con la vida maltrecha, angustiosa y azarosa de quienes tratan de liberarse de tanta opresión y que se encuentran obligados a jugarse la vida, en largas cruzadas y travesías por la mar.

Todo ello, además, por la dejación de funciones y la inacción del gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España y de la indiferencia y absoluta insensibilidad de sus ministros, Marlaska, el canario Angel Víctor Torres, y otros.

¿Cómo es posible, nos preguntamos de forma incrédula, que a estas alturas del panorama informático, no se «pueda» controlar debidamente, más y mejor, en su punto exacto, en tiempo y lugar, la puesta en marcha de tanta patera, de tanto cayuco, de tanta lancha neumática, repletas continuadamente de ilegales africanos, a caballo entre la sed, el hambre, el calor del día, el frío de la noche, la soledad, la desesperanza, etc, con rumbo a no se sabe dónde ni qué destino?

El hecho cierto es que en la tarde de ayer, 9 de diciembre, cincuenta inmigrantes más ilegales alcanzaban la playa de Tauro, situada en el municipio grancanario de Mogán, tras un recorrido, como tantos y tantos otros, de cientos de cayucos, de cientos de pateras, de cientos de lanchas neumáticas, en toda una más que misteriosa travesía cuajada de los más duros enigmas, de las más severas interrogantes, de todo un riesgo aventurero que abordan a cuerpo limpio, sí, pero en las gansteriles manos de todas esas perversas y crueles mafias criminales, con los bolsillos repletos de sus botines y con las redes, hambrientas de los dineros que atrapan, que roban, que estafan, miserable, despiadadamente, a tantos miles de inmigrantes africanos.

Inmigrantes ilegales siempre salvados, en los tramos finales, gracias a la ayuda y el esfuerzo de extraordinario relieve que llevan a cabo los humanitarios y esforzados miembros de las las lanchas de Salvamento Marítimo. Como es el caso de la Salvamar Macondo, ayer y siempre, a lo largo de todos los días, sin descanso alguno, con todo su personal arriesgando sus vidas y siempre tendiendo toda la fuerza que emana de su corazón y de su alma para rescatar a los inmigrantes procedentes de numerosos países del continente africano.