Siguen llegando pateras y más pateras, sin cesar, a Arguineguín y a todas las Islas Canarias. Ya no es un goteo, ya es una lluvia impresionante de inmigrantes ilegales los que van llegando, como pueden, a la tierra española.
Las dos últimas el viernes una, y otra el mismo sábado. Repletas de subsaharianos; niños incluidos, en unas estampas muy duras, conmovedoras, pero ante las que se necesita actuar del mejor y más ordenado modo, con sensibilidad, con capacidad de atención, con solidaridad.
Un latido impresionante de dolor humano, de crisis políticas en los países de los que salen los inmigrantes, de severas adversidades sociales, de carencia de expectativas de futuro, con las lágrimas inundando los rostros de los aventureros e inmigrantes que pone en marcha las voluntades de muchos de ellos y que otros, como las crueles redes que conforman las mafias criminales, se impulsa a ambos lados de la mar. Desde los países africanos más próximos a España, sobre todo procedentes de Senegal y de Marruecos, como en España.
Una situación cruel, dura, dramática, pavorosa, que ya satura todas las previsiones, todos los operativos, todas las asistencias, todas las ayudas Más, aún, ahora que el gobierno de Canarias, conformado por Coalición Canaria y el Partido Popular, tras las pasadas elecciones autonómicas del 28 de mayo, no cuenta con la atención debida del gobierno socialcomunista de España, presidido por Pedro Sánchez, y a quien Fernando Clavijo ha pedido la máxima ayuda, ha propuesto un mando único, que debiera de estar en Canarias, una atención la mar de necesaria desde Madrid, y hasta una visita urgente para que el presidente español conozca de cerca, y en vivo, la llama de la inmigración, que se expande como el rayo que no cesa, por todas las islas del Archipiélago Canario.
Por responsabilidad, por seguridad, por humanidad.
Pero Madrid poco responde. Si acaso, como ya dijera Fernando Clavijo recientemente, algo, y tampoco demasiado, el ministro Escrivá.
¡Qué tragedia, la del latido de la desatención desde el estado, en una urgencia extrema, tal vez derivada por la irresponsabilidad de las divergencias políticas…!