La llegada de una nueva oleada de pateras a las costas canarias, como se viene produciendo en otra larga oleada durante las últimas semanas, deja constancia de la debilidad e ineficacia de los gobiernos socialistas de España y de Canarias. Lo que es muy de lamentar por la tragedia y los dramas existentes en los inmigrantes.
Continúan llegando pateras y más pateras al sur de Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife, en un nuevo y peligroso repunte, que deja constancia de la incompetencia e ineficacia tanto del Gobierno socialista español, con Pedro Sánchez a la cabeza, y del gobierno socialista canario, con Angel Víctor Torres al frente. Este último, para más detalle, que, de una forma nada elegante, por cierto, pierde el tiempo de su cabreo, por no poder seguir en la presidencia del gobierno autonómico, denominando al democrático pacto entre Coalición Canaria, Partido Popular, Agrupación Socialista Gomera y Agrupación Herreña Independiente, como un pacto de perdedores. En uno de sus raros conceptos sobre la sensibilidad democrática y en el que unos partidos con suma de sus representantes ganan al Partido Socialista y le frenan en sus ínfulas. Imaginamos que será su querencia al poder.
Un nuevo brote migratorio que ya ha hecho levantar las alarmas. Tal cual acaba de denunciar hoy mismo la candidata al Congreso por Coalición Canaria, María Fernández. Y es que, sencillamente, se han vuelto a encender las alarmas ante un problema que nadie quiere abordar en su auténtica dimensión. Por eso, precisamente, pasa lo que pasa, en un goteo incesante de inmigrantes en Canarias.
Un drama y una tragedia humana, social, política, económica. Seres humanos que salen y se marchan de sus países, en una dura travesía de tremendas e inmensas penurias, y que deciden lanzarse a la aventura de la mar y el misterio de sus aguas, en frágiles pateras, en humildes barcas, en modestas lanchas, arriesgando de forma grave su vida, en y desde la esperanzada desesperanza de asirse a la acogida de Europa.
Un drama que se agrava en cada una de sus aventuras, con numerosas raíces y secuelas, en el corazón de diversas zonas europeas, como representa la del Archipiélago Canario, que ya no da abasto a más inmigrantes y que, desde su situación, generan un problema de conciencia moral a todos, en esa pelea de sus ilusiones y anhelos por alcanzar las rutas de la modernidad y el progreso de otras zonas, en las que los inmigrantes se agolpan como buenamente pueden, con las ayudas que buenamente se les puede ofrecer, y con un panorama que resulta de complejas soluciones.
Soluciones que deben de resolver de una vez por todas las autoridades desde el diálogo más profundo y las máximas vías de entendimiento, entre los países receptores de inmigrantes y los países de los que emanan los inmigrantes. Y que no debiera alterar caminos como la seguridad.
A estas alturas del siglo XXI pareciera difícil entender esas arriesgadas situaciones, con numerosas muertes por ahogamiento en las aguas de la mar, y que se producen en los inmigrantes desde la desesperación, la través de os mayores riesgos en sus trayectos y, también, claro es, en bastantes en ocasiones por culpa de esas mafias que abren los canales de las más severas ilegalidades a cambio de centenares o miles de euros, dejando a los inmigrantes en las costas. ¿Y…?
Ya es llegada la hora de facilitar al máximo el diálogo, desde la sensatez, la cordura, la solidaridad, entre unos y otros, como es llegada la hora de abrir la canalización del entendimiento, de las políticas racionales y cooperadoras, en beneficio de todos.
Canarias y España son tierra de acogida. Sí. Pero, también, de la mayor legalidad, y desde el mayor orden, desde la ley, en beneficio de todos.
Y los gobiernos de España y de Canarias deben de fomentar, desde la consideración humana y social y moral, esas vías que permitan lo mejor para todos. Pero, siempre, desde la legalidad, que resulta el mejor camino para la seguridad, el entendimiento y el beneficio de las partes en este duro l.