La manifiesta irresponsabilidad de Pedro Sánchez, presidente en funciones del Gobierno de España, y del rey Mohamed VI, permitiendo la continúa salida y llegada de pateras a Canarias, una verdadera tragedia social, se ha cobrado una nueva vida…
Ayer llegaba una nueva patera a las aguas de Arguineguín, tras nueve días de arriesgada aventura en la mar, a bordo de una patera, con ochenta y seis subsaharianos. Uno de ellos llegaba, ya, muerto.
Más allá de ese lamentable suceso, con la pérdida de una vida humana, la tragedia de los inmigrantes subsaharianos que llegan desde la desesperanza en sus países de origen y la esperanza en su país de destino, en este caso España, más concretamente a Gran Canaria, y , más concretamente, aún, a Arguineguín, la verdadera tragedia de los inmigrantes comienza allá en sus países, donde cientos de miles de personas, al borde la de desesperación, por dar un paso en la vida, se aventuran, entre grandes riesgos, a cruzar el largo camino de la mar hasta Canarias.
Al medio, claro es, la incompetencia política y falta de criterios de Pedro Sánchez, de su ministro de Asuntos Exteriores, del rey Mohamed VI, y de otra serie de «negociadores«, por calificarlos de algún modo que, a estas alturas del siglo XXI, siguen dejando la puerta abierta de la mar, y aguas adelante, con rumbo a un destino desconocido.
Una tragedia social, humana, política, económica, de la que alguien tiene que responder. No es posible comprender cómo con tantos medios de vigilancia, solo sea la persistencia de los agentes de la Guardia Civil, en una labor extraordinaria, la que detecte a las embarcaciones que se arriesgan y que, en numerosas ocasiones, llegan en los cayucos, atiborrados, durante nueve días, como la que embarcación que llegaba ayer a Arguineguín, desgarrando a jirones la vida de muchos de ellos.
La llegada continuada de pateras, con inmigrantes ilegales, es un drama y una responsabilidad que lleva al medio, sin lugar a dudas, la dejación de funciones por quienes tienen la responsabilidad moral de evitarlos.
Ya es hora que alguien se preocupe de que la inmigración se corresponda con los cauces adecuados y legales, desde todos los puntos de vista, para que no se tengan que lamentar más muertes ni tanta ilegalidad de esas mafias ocultas que negocian, miserablemente, con seres humanos por la mar de las penalidades humanas.