«Otegi no ha sido jamás hombre de paz. Tan solo un redomado terrorista que negocia con un debilitado Pedro Sánchez mientras resuena aquella bastarda proclama electoral: «Con Bildu no vamos a pactar«.
Un día muy desafortunado Zapatero calificó a Otegi como hombre de paz. Una canallesca maniobra política con la que el PSOE iniciaba, lamentablemente, el blanqueo de uno de los personajes más miserables de la democracia, que ha violado y viola sistemáticamente, sin pudor alguno, y de las que se beneficia el terrorista en el Gobierno de Sánchez, sitiado por filoetarras, golpistas, independentistas y otros. Una herida en el corazón de la democracia.
Con tal de mantenerse en el sillón monclovita el presidente más nocivo de la democracia en España, se ase, desaseadamente, al brazo de Otegi. Mientras muchos nos preguntamos si no hay más vías de alianza gubernamental que con los más perversos enemigos de España, que golpean severamente a la Constitución.
En los años de plomo el articulista fue nombrado director del Centro Territorial de TVE en Navarra. Y tuve que estremecerme, entre lágrimas de rabia y dolor, contemplando las más duras secuencias de militares, policías y guardias civiles asesinados, rodeados de sus familiares.
Por aquellas fechas un joven Otegi ya lucía galones de la banda criminal ETA. Tras haber sido señalado por Herri Batasuna, brazo político etarra, un día recibí un escrito batasuno en el que se cuestionaba severamente el trabajo de TVE-Navarra en aquel entonces. Solo señalaré que se me asignó una vigilancia con un nombre interno policial. Pero solicité, enseguida, su retirada.
Años atrás un brillante periodista navarro, José Javier Uranga, director del “Diario de Navarra”, fue acribillado a tiros por miembros del comando Nafarroa. Salvó la vida milagrosamente. Al incorporarme a Pamplona, fui a presentarme a él, que, tras nuestro encuentro, me insufló un gran ánimo de libertad y justicia. En una reseña sobre el mismo leo que en aquellos tiempos “la izquierda aberzale se ocupó de generar un ambiente de deslegitimación y acoso a determinados medios y periodistas para crear el ambiente político necesario que facilitara la “comprensión” de los atentados posteriores de ETA”. El alma me tiembla con tantas imágenes.
Tras uno de aquellos atentados en Navarra, un miembro de la dirección de Informativos de TVE me dice:
— ¡Juan, queremos las imágenes más crueles del atentado! ¡Hay que machacar a esos cabrones…!
Así se hizo.
Pocos meses después fui destinado al frente de los Centros Territoriales de Extremadura, Madrid y Castilla-La Mancha, con el recuerdo de la inmensidad navarra, cuajada de buenas gentes y españolismo.
Quedaba atrás la satisfacción del deber cumplido y de algunas inquietudes anímicas.
Tantos años después Arnaldo Otegi, tantas veces en la cárcel por su tenacidad terrorista, lucha por dejar a Sánchez en Moncloa mientras, con una delictiva historia detrás, espolea su caballo, casi asegurándose la victoria en las elecciones vascas de mayo, mientras el mando peneuvista tiembla porque puede dejar de administrar millones de euros, seguir extorsionando al gobierno y hartándose de transferencias que Sánchez les concede y desgarrando el país. Y ahí sigue el terrorista, beneficiado por las leyes de la democracia o por los recovecos o vacíos de las mismas y marcando el paso a Sánchez.
Tanto luchar democráticamente contra la crueldad y locura del terrorismo etarra, los del tiro en la nuca, los del coche bomba, los del secuestro, los del zulo, mientras Otegi, encarcelado tantas veces (y son pocas) por pertenencia a banda armada y apología del terrorismo, trata de vehicular parte de la gobernación de España desgarrando la nación y su futuro.
Días atrás el periódico “El Mundo”, en una extraordinaria investigación alrededor de Otegi, dejaba constancia de quién es esa hiena que debieran de conocer todos los españoles.
Mientras tanto Sánchez sigue tendiendo la alfombra roja a Otegi, Puigdemont. Junqueras y otros, que no pueden ser puente de entendimiento y cooperación con el Gobierno de un país democrático, occidental y europeo. Lo que tampoco entienden muchos socialistas de fuste: Felipe González, Guerra, Ibarra, Corcuera, Leguina…
Otegi no ha sido jamás hombre de paz. Tan solo un redomado terrorista que negocia con un debilitado Pedro Sánchez mientras resuena aquella bastarda proclama electoral: «Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo cinco veces, o veinte. Con Bildu no vamos a pactar. Con Bildu, se lo repito, no vamos pactar«.
NOTA: La fotografía está captada del periódico «OKdiario.com».
felicidades a Juan de la Cruz por su valentía al refrescarnos todo lo vivido. Que sirva para la reflexión