La pata y los patitos que descubrió «maspalomasplus» en uno de los jardines del pulmón verde de San Fernando de Maspalomas, siguen luciendo su palmito, mientras los patitos ya van creciendo y estirándose.

Hoy volvimos a girar una visita por ese enclave, que se colorea con las tonalidades y las pinceladas de la estampa de la pata y de los patitos. Unos, amarillos a rabiar, y otros con un cruce entre grisáceo y un amarillo más pálido. La madre cuida de los patitos, aunque ya va cambiando la mirada, satisfecha del crecimiento de los pequeños que van saliendo adelante, y que, de cuando en vez, en un gesto así como rebelde, así como anárquico, así como caprichoso, se desmandan un poquito del resto de la tropa. Con su pequeño y mínimo aire de independencia… Pero, enseguida, claro es, vuelven al amparo de la madre pata.

Un adorno hermoso en los jardines de ese amplio pulmón verde, bien, muy bien cuidado en este caso por sus jardineros, que se esmeran en prestar su esmero a dar realce y belleza a todo ese amplio espacio de paso de numerosos coches, de numerosos ciudadanos, que seguramente, en sus prisas, no han visto esa imagen, porque pareciera que siempre vamos con prisas, como si fuéramos un fórmula uno, siempre en competición, por los páramos de la vida.

Pero, en ocasiones, merece la pena y mucho, siquiera sea como hábito de sosiego, contemplar esos cortos horizontes entre los espacios de los municipios, como es el caso de estos jardines, y como es el caso, al tiempo, de la estampa de los pequeñuelos que, poco a poco, se van espabilando y estirándose, mientras picotean por entre las hierbas del camino, y con la atención de los jardineros que miman con cuidado el hábitat.

La pata y los patitos de San Fernando de Maspalomas ya ni se inmutan lo más mínimo ante el ruido de los motores, el toque del claxon… Aunque, eso sí, si el caminante o el viajero quiere acercarse un poco a ellos, lo más probable es que los patitos se mosqueen y arranquen echando leches detrás de la madre y que busca refugio del acoso de cualquiera de nosotros, entre la pequeña espesura de las hierbas o de cualquier árbol…

Una estampa sugestiva, entretenida, que distrae, que relaja… Sobre todo a los más pequeños de los nuestros, a los chiquillos que, a este paso por el que transita la sociedad, no van a disponer de muchas oportunidades, no, de contemplar estas imágenes tan sorprendentes, tan curiosas, y que siempre nos han de llamar la atención. Sobre todo porque la misma va desapareciendo del escenario argumental de la vida…