Adiós a las sanciones de una ley turística soez

El Parlamento de Canarias debiera derogar, ya, una Ley agresiva y cruel elaborada contra los propietarios de bungalows y apartamentos

Por Juan de la Cruz

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, y su gobierno, ha procedido a actuar con la ponderación y sensibilidad social que debe de actuar un gobernante.

Tras muchos años bajo el yugo de una ley turística perversa de toda perversidad, que se elaboró en contra de la buena voluntad de más de dieciseis mil propietarios en Gran Canaria y más de setenta mil en todo el Archipiélago, propietarios de apartamentos, bungalows y pisos en suelo turístico, se acaba de anunciar la suspensión definitiva de los procedimientos sancionadores a los residentes en suelo turístico, que tanto malestar y daño ha causado en tantos compradores de una vivienda, para que el Parlamento de Canarias de aquellos tiempos, en el que probablemente no se encontraría ningún probo comprador con numerosos esfuerzos, procediera a parir una ley tan disparatada.

Debates familiares, ilusiones, viajes, visitas, negociaciones, acuerdos, préstamos para adquirir un bungalow, un apartamento o un piso en suelo turístico sin que nadie, absolutamente nadie de la cantidad de intervinientes en tal proceso –agentes inmobiliarios, vendedores, abogados, notarios, personal de la administración…– procediera a dar cuenta de lo que podría acaecer en cualquier momento con esa ley.

El bungalow o apartamento para el alquiler de una Explotadora ¡Qué soez!

Sencillamente, que el comprador no podría residir en el bungalow, apartamento o piso adquirido en suelo turístico, porque el mismo debería de ponerse a disposición de unos clanes tan aviesos como el de las explotadoras, que, mire usted por donde, adquirían el derecho de hacerse con tales propiedades en alquiler, pagar tres perras a los dueños en concepto de arrendamiento, y disponer astutamente de esas viviendas ajenas, para su alquiler turístico y beneficio lucrativo de los exploradores de las explotadoras. Valga la redundancia. ¿Pero en qué país vivimos?

El mundo al revés. Al revés, claro, para los propietarios que han aguantado estoicamente años y años contra ese disparate normativo, en los que tenían siempre, encima de sí, la amenaza, la tensión, por unas explotadoras que han exprimido a base de bien a miles de familias que se hicieron con un rincón en Maspalomas o en cualquier otro lugar turístico de Canarias, como un sueño y un anhelo de familias, donde los explotadores, siempre sagaces se han ido beneficiando, de modo escandaloso, de unas propiedades ajenas por una serie de circunstancias de las que ya hemos dado cuenta en diversos artículos e informaciones en «maspalomasplus.com«.

Intereses bastardos

Unos intereses bastardos de gente sin corazón que hicieron de su capa un sayo, que en su engreimiento dominaron las explotadoras y sin arriesgar la menor han ido disponiendo a su libre albedrío contra la buena voluntad, sí, contra la buena voluntad de miles de familias, y, además aprovechándose del desconocimiento legislativo de estos últimos por la sencilla, lamentable e interesada trampa de que nadie de cuantos intervenían en el proceso de adquisición de la vivienda les avisaba de lo más mínimo del terreno en el que se adentraban.

Lo que ha dado lugar a numerosas tensiones, enfrentamientos y agresiones morales contra tanto comprador que se endeudó durante largo tiempo, mientras otros personajes, siempre extraños y misteriosos, en el colmo de su corrosión, dañaban a tantos propietarios.

Habrá tiempo y líneas para más. Pero alguna normativa debiera de abrir el poder solicitar daños y perjuicios contra quienes han causado un profundo daño moral, durante largo tiempo, en miles de familias.