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19/10/2025 08:00

Henríquez y quienes dejen Nueva Canarias para irse a otro partido presuntamente serían tránsfugas, según el diccionario de la RAE

La Real Academia Española señala que hacer transfuguismo es «pasar de un partido político a otro». El Pacto Antitransguismo lo expone de un modo similar

Si aplicamos la definición expresa y concreta del diccionario de la Real Academia Española, el mismo señala como tránsfuga a la «persona que abandona una organización política , empresarial o de otro género«.

Asimismo se explica que procede del latín transfuga, desertor, el que cambia de partido. Del mismo modo entre los sinónimos o afines de tránsfuga se señalan los de chaquetero, desertor, fugitivo, prófugo. Y si tiramos de wikipedia se manifiesta que «es una denominación atribuida en la política a aquellos representantes que, traicionando a sus compañeros de lista o de grupo —manteniendo estos últimos su lealtad con la formación política que los presentó en las correspondientes elecciones—, o apartándose individualmente o en grupo del criterio fijado por los órganos competentes de las formaciones políticas que los han presentado, o habiendo sido expulsados de estas, pactan con otras fuerzas para cambiar o mantener la mayoría gobernante, o para dar la mayoría a un grupo que no la tiene, o bien dificultan o hacen imposible a dicha mayoría el gobierno de la entidad«.

Siguiendo las palabras de Samuel Henríquez Quintana en la asamblea local de Nueva Canarias-Bloque Canarista, en San Bartolomé de Tirajana, formación de la que a día de hoy, salvo error, continúa siendo presidente de Nueva Canarias-Bloque Canarista, se deduce de algunas frases y párrafos que los autodenominados como «renovadores«, lo que trataban era de imponer su criterio.

¿Cómo se pueden entender, si no, sus palabras, exponiendo que «Entendíamos que era imprescindible un proceso de renovación«, para señalar que «iniciamos un proceso de debate y negociación con el fin de se llevase a cabo un proceso de renovación en base a las mismas ideas, a los mismos valores, pero teniendo presente que era necesario adaptar el mensaje a la realidad actual: convertirnos en una organización más transversal, y que para ello era fundamental renovar los liderazgos que generaban y generan un alto rechazo en la ciudadanía«. ¿Una imposición? Pareciera evidente, en las propias palabras de Samuel Henríquez.

De esta manera en el Pacto Antitransfuguismo y suscrito por la mayoría de los partidos políticos españoles, se establece una definición de tránsfuga:​ «se entiende por tránsfugas a los y las representantes locales, autonómicos y estatales que, traicionando al sujeto político (partidos políticos, coaliciones o agrupaciones de electores) que los y las presentó a las correspondientes elecciones, hayan abandonado el mismo, hayan sido expulsados o se aparten del criterio fijado por sus órganos competentes«.

También «se considerará tránsfuga la persona electa por una candidatura promovida por una coalición, si abandona, se separa de la disciplina o es expulsada del partido político coaligado que propuso su incorporación en la candidatura, aunque recale en otro partido o espacio de la coalición, sin el consentimiento o tolerancia del partido que originariamente lo propuso«.

Por otro lado, y en el mismo apartado, se establece quien aclarará qué personas pueden ser consideradas como tránsfugas: «Cuando surgiesen dudas sobre qué personas han incurrido en transfuguismo, será el sujeto político que los ha presentado y/o el partido que los y las propuso para el supuesto del párrafo anterior quien aclarará por escrito quienes han abandonado la formación, han sido expulsados o se han apartado de su disciplina, a efectos de su calificación como tránsfugas«.

Del mismo modo en «Renovación del acuerdo sobre un código de conducta en relación con el “transfugismo” en las corporaciones locales» se aclara sobre el transfuguismo que «supone, desde una perspectiva política y ética, una deslealtad tanto hacia las fuerzas políticas que depositaron su confianza en personas que, posteriormente, acreditan no ser merecedoras de ella, como hacía los electores, que emiten su voto desde la constatación evidente de tal inclusión».

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