La cursilería del nombre de la Ley es una broma de mal gusto si lo comparamos con el articulado de la misma
Por Juan de la Cruz
La Ley de Ordenación Sostenible del Uso Turístico de Canarias, un nombre perplejo que poco se corresponde con la esencia de su articulado, ya ha entrado en vigor. O, al menos, eso es lo que debemos de suponer.
Una Ley que ha ido saliendo a trompicones y que a la vista de lo poco que se informa y escribe al respecto pareciera que aún anda entre las brumas de las desavenencias y desacuerdos, aunque se supone que otros andan intentando viabilizar algunas muy complejas vías de conciliar voluntades muy diferentes entre unas y otras partes. Salvo, claro es, las intermedias, que, hasta donde tenemos conocimiento, salvo error informativo, andan luchando de forma extrema en lugares como Maspalomas, donde se centra el mayor punto de hipotéticos afectados.
Sea como sea la Ley, la dichosa Ley, la cruel y soez Ley, la inmoral y disparatada Ley, producto de muchas y muy severas divergencias, ha permanecido un mes escondida en algún cajón, hasta que su entrada en vigor y ya se anuncia entre compases de espera y disposiciones transitorias. Pero, de ser así, ¿por qué ese empeño, ese maldito empeño en sacarla adelante con el daño que su articulado deja constancia?
A once días exactos de la Nochebuena el regalo de la publicación de esta nefasta Ley de Ordenación Sostenible del Uso Turístico de Canarias, se acerca a la Navidad de los propietarios de apartamentos y bungalós como si fuera o pareciese una bendición o una cesta que tanto se propicia por estas fechas… Pero todo huele, también salvo error, a gato encerrado, a pactos de urgencia, a prisas, y hasta a otras cuestiones de mayor calado.
¿Y los propietarios de apartamentos o bungalós?
Son muchos los que sienten en su cuerpo, en su moral y hasta en su pérdida de caminos qué es lo que está acaeciendo entre bambalinas. Y mientras los legisladores van a lo suyo, que eso es lo único que parece que les importa, hay 12.000 propietarios de apartamentos y bungalós en Maspalomas y 18.000 en Canarias, que transitan perdidos entre especulaciones y otros. ¿Por? Sencillamente por la culpa de quienes se han retirado del diálogo y de sus protagonismos y se escabullen entre bambalinas.
Claro que, al medio, hay mucho en juego. Pocas palabras, pues, bastan. Pero resulta cansado, doloroso, inhumano y agotador, y encontrarse con silencios, con desatenciones, con desprecios, con olvidos…
Sorprende y duele tener que escribir y dejar constancia de líneas de aspereza cuando hay tantos propietarios desatendidos por un murmullo, por una catarata, por una tempestad de silencios.
Pero las cosas, lamentablemente, muy lamentablemente, son como son… Allá, pues, cada uno, con sus responsabilidades. Que son muchos y muchas quienes ignoran lo duro que es tratar de defender una causa de justicia moral y humana, como es el tema de marras y que se imponga un manto de silencio como la noche oscura del alma.
Solo nos queda, pues, esperar… ¿A qué? A lo que el destino nos lleve. Pero el destino no es el azar. Son nombres, son apellidos, son elecciones.
