Allí están, junto al Faro de Maspalomas, los manteros históricos y vendedores ilegales de baratijas. ¿Y la Policía Local o Nacional?
Por Ignacio Cáceres
El periodista y el lector se dan un paseo por el siempre sugestivo Paseo Marítimo de la Playa. Y según te acercas, por el camino desde la Charca de Maspalomas, un oasis de belleza para todos, se van viendo los históricos manteros que se andan por allí, por las cercanías del Faro, uno de los epicentros del turismo en la zona, con unas sábanas extendidas por el suelo, y, por encima, gafas de sol, relojes, gorras, bolsos, sombreros, pulseras, con algunas de sus baratijas en la mano para ofertarlas a los viandantes y turistas. Del mismo modo que algunas vendedores ilegales hacen peinados «afros«.
Una estampa que afea, sobremanera, uno de los centros más representativos del turismo en Maspalomas. Una imagen de vendedores ilegales que campan a sus anchas porque nadie, salvo en algún momento imprevisto les dice la menor, y porque los agentes de la Policía, ni locales ni nacionales, apenas pasan por aquel lugar, en el que los vendedores ilegales, además de denigrar la imagen del turismo en Maspalomas, practican una competencia agresiva y desleal a los empresarios que pagan religiosamente sus impuestos en los centros comerciales y en las tiendas, luchando contra la feroz agresividad impositiva, y contra el mercado de esas baratijas falsas, que llegan desde donde llegan, a precios de saldo, y agrava, aún más, la competencia desleal.

Como quien oye llover
Pero como quien oye llover. Ellos, los vendedores ilegales, van a lo suyo. Y, a eso de las diez de la mañana, más o menos, ya van colocando sus mercancías. con tranquilidad absoluta, porque nadie les va a decir nada, y, por si las moscas, todos ellos, están perfectamente coordinados por si por algún lado otro asomaramncosa «rara avis», alguna patrulla de la Policía Local o Nacional. Lo que tampoco es frecuente ni habitual. Entonces hacen un hato con la sábana, salen echando leches hacia cualquier escondrijo, vigilan en sus escondites la marcha de los agentes, y hala, hasta la próxima.
Pero eso, la verdad es que ocurre en muy pocas y escasas ocasiones, Lo que facilita la tranquilidad de los vendedores ilegales, que ofertan, sin mayores dilemas, sus productos en el lugar más céntrico de la zona, junto al mismo Faro de Maspalomas…
Pero, tranquilos. Allí están hasta la hora en que les plazca, sin que nadie les moleste lo más mínimo.
— ¿Tú querer gafas buenas de sol, sombreros, gorras, relojes? Tú mirar. Bueno, bonito y barato.
¿Y la Policía? ¿Y los responsables municipales…?