Ya son muchos los romeros que, desde los lugares más distantes de Teror, peregrinan por los campos para ponerse ante la Virgen del Pino.
Por Juan de la Cruz
Caminan hasta Teror con el sentido ritual de la tradición y el anhelo de ponerse ante la Virgen. ya son muchos los que durante estos días han pasado, continúan acercándose y seguirán presentándose ante la imagen de la patrona de Gran Canaria. También, poco a poco, a lo largo del día, la tarde y la noche de hoy, domingo, 7 de septiembre, así como del amanecer y durante la mañana del lunes, 8 de septiembre, en la festividad de la Virgen del Pino, serán miles y miles los grancanarios que se encaminen hasta la Basílica de Teror y ponerse, siquiera sea unos segundos tan solo, a los pies de la excelsa patrona.
Lo importante, por parte de todos los caminantes durante en estos días, es, como señala la popularísima canción arraigada en el alma, avanzar en sus pasos y caminar hasta Teror:
Esta noche me voy,
me voy p´al Pino,
a comer carajacas
y beber vino.

Una peregrinación hasta la Virgen del Pino
Una peregrinación a través de la que todos los caminantes, enmarcados en el primor tradicional de la hermosa tierra de Gran Canaria, se lleguen a pedir y expresar sus rogativas, sus deseos, sus oraciones. También, claro es, para emocionarse, para dejar las peticiones de todos y cada uno los que acuden a la esperanza en la Virgen del Pino, las miradas y los bisbiseos bajo el marco de esta celebración que arranca desde lejos, desde muy lejos, en un inveterado fervor tradicional y devocional, plena de confianza y esperanza en la patrona de Gran Canaria.
No importa el paso ni la oscuridad de la noche, ni el esfuerzo de la larga travesía, ni los altibajos del terreno, ni el silencio sobrecogedor que deja escuchar las pisadas de los romeros que marchan a Teror, a ver su Virgen, ay, la Virgen del Pino. Peregrinos y caminantes que llevan a cabo una esforzada caminata hasta la villa mariana, sea desde donde sea, con alegría, con aliento, con ánimo, silboteando, sin importar los kilómetros de la distancia con la mochila a la espalda, con bocadillos y agua, ni lo que queda por delante, atravesando campos y más campos, a lo largo de todo el día, de toda la tarde, de toda la noche, de toda la mañana del lunes, y confluir, en medio de miles de visitantes, agolpados, ni más ni menos que ante la venerada imagen de la Virgen del Pino.

Ante la Virgen del Pino
De este modo son miles y miles los grancanarios que ya avanzan, paulatinamente, en sus largas andaduras, con la mayor ilusión y con todo el ánimo que, bien en grupo o en solitario, se honran y enorgullecen en la continuidad de una tradición hermosa y bella, sublime, anclada en el alma, en el corazón y en los sentimientos más profundos de todos los grancanarios. Al medio, claro es, algunos ratos de descanso, entre chanzas y bocadillos, entre bebidas y charlas, entre miradas al horizonte de Teror… Y en un tiempo determinado arrancar, de nuevo, ay, caminito de Teror. Aunque, eso sí, en llegando a la Basílica los peregrinos y los romeros no tienen más remedio que aguardar largas colas para permanecer, siquiera unos escasos segundos ante la imagen de la Virgen del Pino.
El objetivo es llegar hasta ponerse delante de la imagen de la Virgen del Pino, contemplar los ojos de la imagen, ante cuya mirada todos y cada uno de los peregrinos, de los romeros, de los caminantes dejan todo un puñado volandero de esperanzas con el deseo de que el paso del compás del tiempo solvente esas rogativas que dejaron ante la imagen de la patrona de Gran Canaria a cualquier hora del día 8 de septiembre, festividad de la Virgen del Pino. Y, si hay suerte, una fotografía que testimonie la estampa eterna de esos segundos en los que el peregrino estuvo a solas con la Virgen.
Retumban en la mente de todos esa parte de la letra de la canción «Ay, Teror«:
¡Ay Virgen! Virgen del Pino,
la Virgen, la más hermosa
la Virgen, que tiene un niño
con su carita de rosa.
Al salir de la Basílica
Luego, abandonando la Basílica, todos los fieles van dan rienda suelta, tal cual marca la tradición a los bocadillos con chorizo de Teror, a base de carne de cochino pimentón, sal, vino blanco, especias, ajo, tocino de cerdo y carne magra, en cualquier ventorrillo, y Clipper, refresco de origen canario, con sabor a fresa o naranja, aunque son muchos, claro es, a los que el bocadillo les viene corto, muy corto, y se ponen a mesa y mantel con sopa de pan o costillas o cabrito, cambiando la bebida por buenos vinos tintos, para cumplir el ritual tradicional y costumbrista…

Tras salir de la Basílica hay que tomarse un buen bocadillo de chorizo de Teror…
Con la satisfacción de haber cumplido con esa fenomenología costumbrista que un día le enseñaron sus padres, sus maestros, sus abuelos, sus amigos y que se les quedó grabada, para siempre, en el alma del fervor tradicional en su identidad, claro es, con la Virgen del Pino.
Nota: En la portada Moneyba Monzón y Benedo Sánchez, dos buenos amigos de «maspalomasplus.com»
Fotografías: Ayuntamiento de Teror y Turismo Gran Canaria

Hermosa tradición la de ir caminando hasta la Basílica para llevar todo nuestro ser ante la Virgen. Lo he vivido hace años unas cuantas veces. Lo más significativo para mí, era el silencio y recogimiento de la mayoría de las personas durante el camino. Ese punto de interiorizar, de reflexionar, y de confianza con que se sube hasta Teror al caer la tarde o noche, que habla de la fe y esperanza que se deposita ante la Virgen.
Pocos saben que debajo de ese manto se esconde una talla flamenca de madera policromada o que esos brazos son postizos.
Tambien desconocen que esa no es la talla original que encontraron los canarii (no guanches) en un gigantesco pino y que luego se conocería como «la Virgen de Terore».
En cualquier caso sea la originaria o no, luzca su talla o manto, es la madre de todos los grancanarios, sin distinción de creencias o ideologías.
Viva la Virgen del Pino!!!