No puede ser posible que en el siglo XXI se multe a un propietario por morar en su casa
Por Juan de la Cruz
Pareciera imposible, pero es verdad. En Canarias, en virtud de una ley extraña, rara, inconsecuente, resulta que, hasta ahora, el propietario de un apartamento, de un bungalow, de un piso, en suelo de uso turístico debiera de dejar su propiedad en manos de una explotadora, que, como siempre, son los más listos de la película, para su alquiler. O, en caso contrario, el comprador y dueño se arriesgaría a una severa multa de 2.500 euros. Aún peor, a una injusta y cruel multa por utilizar su propiedad, del modo y manera que estime oportuno su dueño. ¡Faltaría más…!
Esto era así, hasta hoy. Todo para beneficiar de modo perverso a unas explotadoras, que son las intermediarias, que utilizan turísticamente la propiedad ajena, es decir, la del propietario, le pagan una muy escasa cantidad en razón de alquiler, y calladita la boca, que, si no, llega el Gobierno y te sanciona. Tal cual como ha sucedido y sucede, con una normativa agresiva, insultante, soez, desquiciante, abusiva, y, nunca mejor dicho, explotadora.
A la espera de la nueva ley
Ahora, acaso en una razón muy tardía, aunque siguiendo el refranero castellano «más vale tarde que nunca», Jéssica de León, consejera de Turismo y Empleo del Gobierno de Canarias, ha dejado constancia de que suspenderá con carácter indefinido esa norma, irracional y pro explotadoras, hasta nueva orden, que ha posibilitado que los miles de propietarios de un bungalow, un apartamento o un piso, amenazados flagrantemente por una ley nociva e impropia por inadecuada e injusta, hayan podido respirar un poco.
Y a la espera de la aprobación de la nueva ley, en en el anhelo y en la inquietud de que los actuales diputados del Parlamento de Canarias sean un poco más razonables, coherentes, sensatos y justos que los que un día, aún no se sabe por qué, decidieron amenazar durante largo tiempo a los compradores de un bungalow, de un apartamento, de un piso, sin que nadie les avisara de que estaban adquiriendo una bomba de relojería.
Ya era hora de que se impusiera un poco de sentido común y dejar de amedrentar a tanto propietario, que adquirió en su tiempo un bungalow, un apartamento, un piso, sin que nadie, de entre la cantidad de profesionales que intervienen en un proceso como el de la compra de una vivienda, dejara o dejase constancia alguna de que el comprador «se vería amenazado de tener que dejar de utilizar su propia vivienda para tener que dejársela, manu militari, a un explotador, al que le viene de maravilla el nombre.
Ahora, las miradas de miles de propietarios de un bungalow, de un apartamento, de un piso, por estar situado en suelo turístico, sin que nada ni nadie se lo impidiera, se centra en el Parlamento de Canarias y en el sentido estricto de la justicia y de la razón.
Ya basta, señores diputados, ya basta…
La justicia se impone. Este es un paso importante. Mi agradecimiento a la Consejera de Turismo, por su decisión