Vendedores ilegales de productos falsificados que dañan al comercio local y marean a los transeúntes
Uno se da un paseo, por la siempre hermosa playa de Maspalomas, tan sugerente y atractiva, cuajada de terrazas, cafeterías, heladerías, hoteles, centros comerciales, restaurantes, deportistas, bañistas, surfistas, nadadores, paseantes…
Toda una delicia, la de la playa de Maspalomas, como se reconoce por la ingente cantidad de turistas que transitan por la misma a todas horas, disfrutando del siempre más que agradable sabor de una playa con la esencia, la magia y el impulso que ofrece la playa por excelencia, la de Maspalomas. Siempre, como señalamos habitualmente, situada y ubicada, por méritos propios, los de su belleza, sus amaneceres y atardeces, en lo más alto del ranking gracias a las numerosas demandas de los viajeros vacacionales. Sobre todo procedentes de toda España y de Europa. Como bien saben los miles y miles de visitantes que viven a caballo entre sus países de origen, Gran Bretaña, Alemania, Italia, etc, y los que llegan unos días de descanso.
Un municipio turístico que brilla, de forma hechizante, por disponer del mejor clima del mundo. Y eso sí que representa una maravilla para la expansión turística de Maspalomas. Aunque haya sido y continúe siéndolo desde un crecimiento urbanístico más bien desordenado.

Vendedores ilegales en Maspalomas
Vendedores ilegales hasta en la sopa
Pero en su espacio más representativo, entre la Charca de Maspalomas y cada día un poco más lejos, sobre todo en su espacio más próximo a un lugar tan emblemático como el Faro, se conforma una larga y continuada serie de vendedores ilegales que generan un trastorno a los paseantes. Y su daño también, al tiempo, a los propietarios de los comercios y tiendas de las cercanías, que pagan sus alquileres e impuestos, a costa de un sacrificio, para que un largo puñado de manteros se arremolinen por la playa, cuanto más cerca del Faro de Maspalomas, mejor, más visitantes, más atractivos…
Y allí, en cualquier lado, en el mismo Paseo Marítimo, sobre una sábana, los vendedores ilegales, generalmente africanos, colocan y ofertan sus mercancías sin ningún pudor… Bolsos falsificados, gafas falsificadas, relojes falsificados, gorras falsificadas, sombreros, baratijas diversas como pulseras, pendientes, gargantillas, anillos… Lo mismo que algunas mujeres ofertan sus servicios de rizos y otros aprovechan para hacer un regate en corto intentando mangar al transeúnte, del mismo modo que otros levantan una escultura de arena y en cuanto un visitante se detiene unos segundos con la cámara fotográfica ya le asedian para que suelte unas monedas…
Los vendedores ilegales en la playa de Maspalomas, conocen y controlan los movimientos ciudadanos por la playa, y, conscientes de su situación, saben que las patrullas y agentes de la Policía Local, por las razones que sean, apenas pisan por aquella zona. Será que hay más trabajo por otras zonas, O menos, que nunca se sabe. Y si acaso aparece alguna patrulla de agentes municipales, de modo fugaz, los vendedores ilegales aúnan los cuatro picos de la sábana, con sus objetos, recogen los bártulos y se marchan a toda leche con la música a otra parte y refugiarse en algún lugar seguro, hasta que los agentes de la Policía, salvo error, ya no volverán por la playa hasta un montón de semanas más tarde.
Hace falta un poquito más de seguridad en la playa de Maspalomas. Siquiera sea por la buena imagen, siquiera sea por el beneficio de todos.
Fotografías: maspalomasplus.com