Hasta donde tenemos entendido los bares, restaurantes o cafeterías, entre otros, son negocios que operan en libre competencia. De tal forma que los propietarios pueden fijar libremente sus precios. Pero hay determinados establecimientos de San Fernando de Maspalomas que se suben a la parra.
De tal forma que muchos ciudadanos con los que charlamos de precios, que es el caso, consideran, en buena medida, que algunos bares, cafeterías y restaurantes –¡ojo, algunos bares, cafeterías y restaurantes– fijan, en su libertad de criterios, unos precios lo suficientemente altos como para que el consumidor tenga que poner coto a la hora de poder entrar en algunos establecimientos. Lo mismo que algunos vecinos nos señalan y cuestionan que determinados locales ponen precios que solo pueden pagar «los extranjeros», por aquello del valor del euro en uno y otro lugar.
Hablamos, inclusive, de una simple caña, en costumbre y tradición histórica española habitual, que en San Fernando de Maspalomas se suele servir, además, sin acompañamiento alguno de tapa, que oscila en unos precios entre 1,30 euros en el bar o cafetería más barato a cifras mucho más llamativas.
Dos ejemplos: El pasado fin de semana nos reunimos tres amigos en un determinado local, y, para acompañar unas cañas, solicitamos una ración de queso. Catorce lonchas de queso, por las que tuvimos que abonar un pago de doce euros, es decir, a 85 céntimos euro por loncha. Lo que parece desmesurado, desmedido y abusivo. ¿A cuánto, pues, acaba saliendo el queso?
Del mismo modo que en otro bar de las cercanías de la zona centro, si n mayores lujos, si pides una caña te dan a elegir entre dos o tres opciones de marcas determinadas. Y, al final, pagas dos con ochenta céntimos.
Consideramos que San Fernando de Maspalomas, desde una perspectiva turístico-económica no es Maspalomas, aunque albergue un amplio número de vecinos extranjeros, preferentemente alemanes e ingleses, que residen en la parte de arriba. esto es, en San Fernando de Maspalomas. Y en donde reside, a la par, la mayor parte de los ciudadanos del municipio.
En los restaurantes, lo mismo de lo mismo. Los hay que te cobran el pan, el alioli, que han combinado una reducción de comida para mantener el precio o una extraña mezcla de primeros y segundos platos, en lo que algunos denominan burlonamente menú del día, para, al final, cobrar por encima del menú. Y no pidas en algunos locales un chupito, que, por un vaso minúsculo te cobran un ojo de la cara.
Así, pues, ciudadano, vecino, amigo y lector, cuidadito con pedir antes de enterarse bien de los precios.
Si bien, por hacer la debida justicia, no son todos… Pero, evidentemente, el efecto dominó se va reproduciendo… Y la economía actual que emana de los sueldos no se encuentra como para demasiadas alegrías… De tal forma es así que nos comentaba hace poco lo siguiente:
— Si una persona se toma todos los días tres cañas, que tampoco es nada del otro mundo, y lo multiplico por 30 días, sale un total de 135 euros al mes.
El interlocutor hizo un alto y añadió con cara de interrogante:
— ¿Cuántas personas pueden gastarse al mes 135 euros, solo en cañas, por estar un par de ratos con los amigos diariamente, hablando de fútbol, de política, de coches, de conciertos, etc,?
Se hizo un silencio y añadió:
— ¿Cuánto debe de ganar una persona mensualmente para poder gastarse ese dineral en unas cañas y en unos pequeños ratos de ocio?
Recuerde, en todo caso, que es obligatorio emitir un tique o factura con el importes de los distintos productos o servicios desglosados, que deben de incluir el IVA. Del mismo modo y manera que los establecimientos de restauración, deben disponer de hojas de reclamaciones a disposición de los clientes.