Reconozco que la frase es sorprendente. Pero he de dejar constancia de que la misma se debe al tremendo desgarro que sufrió Angel Victor Torres, cuando CC y el PP formaron gobierno y le expulsaron de la presidencia de Canarias al duro banco de la oposición.
Una frase que define, al fin y a la postre, su capacidad de encaje democrático. Una frase que estuvo divulgando y pronunciando y expandiendo por allá y acullá, mientras recogía con dolor los papeles del despacho presidencial de Canarias, dándole vueltas a lo increíble que le parecía que habiendo ganado el Partido Socialista los comicios autonómicos, no alcanzaba a entender que la suma de los votos de los diputados, aunque sean los perdedores, si pueden formar gobierno, quizás lo formen.
Y que es lo que hicieron Coalición Canaria y el Partido Popular sumando los votos de la Agrupación Socialista Gomera, con Casimiro Curbelo al frente, que se largó del PSOE, y la Agrupación Herreña Independiente.
Una frase, la de «Un Gobierno de perdedores» que Angel Víctor Torres, profesional de la política desde hace ya unos cuantos trienios, ha tenido a huevo para deslizar desde la gravedad de este tiempo que sufre y padece la sociedad española, que no ha tenido coraje para pronunciar cuando su jefe de filas, Pedro Sánchez, embustero, genuinamente embustero, que ha mentido a toda la sociedad española, con extrema gravedad y alevosía, tras la experiencia del Gobierno Frankenstein, denominación original de Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando conoció la disposición de Pedro Sánchez para formar un Gobierno con los filoetarras de Bildu, el partido del terrorista Arnaldo Otegi, con los independentistas, como Esquerra Republicana, y otros…
Y ahora, tras las elecciones generales del 23-J, resulta que tras un par de meses viendo cómo su jefe y su partido van del ronzal que dirigen Puigdemont, Junqueras, Otegi, Rufián y otros, su jefe, el felón y traidor a España de Pedro Sánchez, consumado traidor a la nación que perdió las elecciones ante el Partido Popular, no ha tenido el menor inconveniente de entregar todo, completamente todo, a los perdedores de los comicios, que, al tiempo, son los grandes enemigos de España.
Todo sea por mantener el cargo político, en el que aunque sea el jefe de la oposición parlamentaria, donde no se vive demasiado mal, antes de regresar a un instituto y dar clases al alumnado de Filología Hispánica, un trabajo muy digno, por cierto, tal cual hacía antes de incorporarse a las filas de la política.
Pero en estos tiempos, en los que la sociedad civil española se está echando a la calle contra la amnistía que su jefe, su ídolo de barro Pedro Sánchez, va a conceder al prófugo de Warterloo, Carles Puigdemont, que huyó cobardemente en el maletero de un coche, mientras se conceden inmensos privilegios al delincuente y otros, y a Cataluña y el País Vasco, en contra de las otras quince autonomías, tal cual le andan exigiendo los forajidos, al menos Angel Victor Torres podría guardar un respetuoso silencio ante el descomunal desgarro social, político, económico, y otros, que está causando el peor presidente de la democracia española, capaz de retorcer las leyes del derecho.
Y no es porque España tenga un Gobierno de perdedores, sino porque este Gobierno de Pedro Sánchez, que, salvo error, quedará conformado a partir del próximo jueves, está martilleando en la moral, en la esencia de los españoles de a pie, en contra, por cierto, de cualificados socialistas, y de un Gobierno que bien debe de saber Angel Victor Torres que, desde el primer instante, va a a estar sujeto a unas tensiones que van a ir rajando segundo a segundo a la sociedad española. Lo que a otros, que sacan sus buenas nóminas de la vida política, no les preocupa demasiado, porque tienen asegurado el sueldo, las prebendas y la buena vida.
Pregunte al Poder Judicial, sin ir más lejos, que ha calificado el pacto entre el PSOE y Puigdemont como «un flagrante atentado a la separación de poderes«.