Una vez más el drama migratorio, la desgracia y la fatalidad se ceba con inmigrantes africanos
Por Ignacio Cáceres
Unas imágenes crueles, dolorosas, tremendas. Las de un nuevo cayuco repleto de inmigrantes africanos que soñaban con el deseo de alcanzar la orilla de la tierra española en El Hierro. Y tocando ya con sus manos la Salvamar Diphda, se encontraron, en cuestión tan solo de segundos, con la tragedia impactando en los cuerpos de los inmigrantes al volcar el cayuco de la esperanza.
Imágenes que duelen, y de qué manera, en lo más profundo del alma, a caballo entre la desesperación, la rabia y la impotencia, cuando tanta gente, esperanzada con iniciar un nuevo recorrido en su vida, y que, palpando la salvamar, con un equipo operativo de extraordinario calibre humano, arriesgando sus vidas, tal como se contempla en las imágenes facilitadas por la televisión, procedieron a llevar a cabo una labor titánica en El Hierro. Lo que salvó numerosas vidas de los inmigrantes que llegaban a ese punto final, mientras actuaban con toda celeridad, lanzándose a la mar y ayudando a los inmigrantes, echando flotadores, luchando con sus propias fuerzas y su propio riesgo, en medio de toda una serie de las más escalofriantes imágenes que nunca se olvidarán, de rostros desencajados, de gritos, de gestos de desesperación, en un tiempo que se agotaba con una rapidez espeluznante.
Más de ciento cincuenta inmigrantes, sin apenas espacio físico en un cayuco, cansados, fatigados, desbordados en su recorrido de diez días, según relatan las informaciones, con la vista en el muelle, mientras somos muchos los que desde hace mucho tiempo continuamos preguntándonos, desde la mayor solidaridad humanitaria con los inmigrantes, cómo se pueden pasar tantos días a bordo de una humild embarcación, conformada con viejas maderas, durante diez noches de frío, a lo largo de diez días del calor… ¿Alimentos? ¿Agua? ¿Descanso? ¿Aseo?
La mafia criminal
Un fatal accidente, al parecer, por el desequilibrio del peso de numerosos imigrantes de los que iban a bordo, y que posibilitó que el cayuco en cuestión de segundos volcara.
Pero más allá de la fatalidad de esta desgracia puntual siempre queda la crueldad canalla de las mafias criminales que hay detrás de estas embarcaciones. Inmigrantes que huían de sus países de origen, como buenamente pueden en sus ilusiones, esta vez de Guinea, de Mali, de Mauritania, tratando de dejar atrás la severidad y la hostilidad que emana de las crisis sociales, económicas, humanitarias, políticas y de numerosas convergencias de adversidades, mientras las mafias criminales y asesinas, a uno y a otro lado de la mar, se enriquecen de forma miserable, ruin, asesina, en base a cientos de inmigrantes tratando de encontrar en España y en Europa un mundo mejor que el que sufren y padecen en sus países.
Cómo nos duelen a todos en lo más profundo del alma, en lo más hondo del corazón, en lo más adentro de nuestros sentimientos, las durísimas y crueles imágenes que hemos contemplado por la televisión, y que han dejado siete personas fallecidas. Podrían haber sido más, pero, reiteramos, una vez más, que los equipos de Salvamento Marítimo, que se merecen el mayor reconocimiento y admiración, han salvado numerosas vidas que todos y cada uno de los miembros de las salvajes, ruines y poderosas mafias criminales dejan abandonadas al azar ante el rugido de las aguas, siempre desconocidas, de la mar.
Pero en el fondo late, una vez más la criminalidad de las mafias que operan y actúan sin pudor ni sin control…
Descansen en paz los inmigrantes fallecidos…!
NOTA. La foto es de Cruz Roja Española. Archivo
Terrible y como tú dices. La mafia gana mucho dinero y esta gente tenía una fuerte deuda con terceros para llegar aquí…. Terrible… 😢