Las tórtolas que pululan por la Plaza de Timanfaya ya son avezadas en su búsqueda constante de comida. La cafetería «Mercado» resulta un lugar donde siempre encuentran una forma de burlar al búho y de arramplar algunas sobras de comida que llevarse al buche.
El pobre búho de Timanfaya, que de cuando en vez espabila y nos larga algún que otro chivatazo, de tipo informativo, que son bastantes, y que prudentemente guardamos en la recámara, anda como decaído. Le preguntamos el motivo y nos cuenta que padece una especie de depresión otoñal acentuada por el cambio de hora. Y que, con tres días tan solo, aún no se ha adaptado al cambio horario.

¡Nuestro amigo el Búho de Timanfaya, a la caza de noticias, rumores y chismes…!
Eso hace y fomenta que las tórtolas, que ya son fijas por allí, a las que tan solo falta saludar a los parroquianos y vecinos por sus nombres habituales, pasan del búho con total indiferencia, hacen cabriolas en el aire a una velocidad ilimitada, y burlan el agua de los camareros, los servilletazos al aire de la clientela, las correrías de los chiquillos y hasta alguna que otra mirada así como desafiante de cuantos se sienten incómodos y molestos por sus pasadas rasantes a toda leche por entre los espacios abiertos de la cafetería.
El búho, el pobre búho, ni se inmuta. Consciente de su inmovilidad, que solo sirve para que algún chicuelo le imprima un movimiento a la cabeza y ande trasegando en circunferencia –como si se creyera un avispado águila imperial– hasta que se le acabe la fuerza del impulso.
El pasado lunes, 30 de octubre, se encontraba más quemado que el palo de un churrero porque, a eso del mediodía. Aún no se había percatado de alguna presencia de rumorólogos ante los que levantar un poco la antena y poder chivárnoslo.
No obstante, con un rostro apenado, me prometió que el jueves o el viernes me podría relevar algunos datos de lo que el búho denominaba como un secreto de estado. Lo que cuesta trabajo creer… Pero que aún no podía soltar la lengua a pasear porque andaba recabando datos y atando cabos
Quisiéramos confiar en su palabra de búho… Y aguantaremos, pacientemente, la llegada de la jarra de cerveza el jueves o el viernes. A ver si hay suerte, cumple con su palabra y nos traslada datos de algo con salsa relevante.
Pero…