¿No es cuando menos preocupante un bache, a ojo de buen cubero, de unos sesenta centímetros de largo, entre quince y veinte de ancho, y aproximadamente dos centímetros, quizás largos, de profundidad?
Dentro del recorrido que llevamos a cabo por los «eternos» baches de Maspalomas y de San Fernando, sorprende, de modo escandaloso, que muchos de ellos estén en zonas de un tráfico constante, como los de la Avenida de la Unión Europea.
Llama la atención porque parece difícil de entender que en unas zonas en las que el desfile y trasiego de automóviles, incluidos, se supone, los oficiales, es numerosísimo, y en áreas en las que el acelerador se pisa un poco, como es el caso, nadie haya reparado en las adversidades continuadas de uno, dos, tres, cuatro, cinco baches, seguidos, de marcado carácter, como venimos dejando constancia.
Situémonos en la Avenida de Tirajana, en dirección hacia San Fernando, y, a la altura de la Avenida Unión Europea, enfilemos la dirección de la GC-500 en dirección a San Agustín, A partir de ahí el conductor se va a encontrar en poco espacio de tiempo una serie de baches que comprometen la circulación.
El caso más llamativo es el que les ofrecemos hoy: Con una extensión, siempre a ojo de buen cubero, de unos sesenta centímetros, un ancho que puede ser de unos quince centímetros y una profundidad significativa, que tal vez puede oscilar sobre los dos centímetros, consideramos que conforma un riesgo y un peligro para todos. Porque el conductor tiene que reaccionar de algún modo ante estos baches, que, aunque apenas se distinguen circulando a determinada velocidad, cuando el coche pega el golpetazo con el mismo, sí que se nota. Y a base de bien.
Baches que llevan un largo tiempo, baches que deben de conocer (o debieran) los técnicos municipales, baches que todos tenemos que soportar por la negligencia de algunos que pareciera que no son capaces de actuar, de forma inmediata, acorde con sus responsabilidades.
Un ciudadano, mientras nos parábamos, aprovechando un pequeño desvío a la derecha, y fotografiar el testimonio del bache, nos apuntaba:
— Estos baches los tienen que conocer algunos jefazos del Ayuntamiento… Pero, joder, les debe de costar mucho esfuerzo para tomar una determinación, porque llevan aquí largo tiempo… Y si se va enfrente, idem de idem. O sea, para usted me comprenda, jefe, lo mismo. baches y más baches. Pero este es el cuento de nunca acabar…
Ahí queda el testimonio en la esperanza, no tanto de que alguien se sonroje en algunos despachos, pero sí, al menos, para que una brigada de trabajadores selle tales baches con la mayor celeridad posible.
¡Ah! Y perdón por «invadir» las competencias municipales de quien sea, que no es nuestra intención.