De repente ha comenzado una poda y limpieza de palmeras, en la tan abandonada Avenida Tourperador Neckermann, que se encuentra hecha una pena por todos los lados que se mire, tal como viene informando «maspalomasplus.com».
Un inicio de adecentamiento de una de las avenidas mas dejadas de la mano del Ayuntamiento, acaso porque pertenezca al Campo Internacional, en ese conflicto de que dicha zona no está recepcionada oficialmente en el Ayuntamiento por las cuestiones de las que los vecinos –paganos de sus impuestos, tasas y servicios municipales– no saben la menor.

Una historia harto lamentable en una Avenida que, recordémoslo una vez más, es un eje de unión de miles de personas y coches diarios, en una y otra dirección, para conectar San Fernando y Las Palmas de Gran Canaria con numerosos complejos residencias, bungalows, chalets y hoteles, en una situación social, administrativa y política que es de lamentar.
Ya lo hemos publicado en diversas entregas en la última semana, con la lectura de numerosos ciudadanos y harto indignados con una situación impropia y tercermundista, sí, en el que proliferan la dejación de funciones, las inacciones, el pasotismo, el encogimiento de hombros y esos lamentables «archivos administrativos«.

Una penosa herencia dejada por unos, el equipo cuatripartito gobernado por Conchi Narváez, y heredada por otros, el equipo de la alianza formada entre el Partido Popular y Coalición Canaria, pilotada por Marco Aurelio Pérez y Alejandro Marichal, que, hasta ahora, van de la mano, en perfecta conjunción, a todas partes.
Bienvenida, pues, sea la tan retrasada limpieza y poda de los centenares de palmeras que acompañan, con tristeza de tantas y de tantas desatenciones, con años de antigüedad, a la Avenida Touroperador Neckermann.

Si bien, como ejemplo de alguna previsión diagnosticada por el periódico «maspalomasplus.com», al mediodía del lunes, a la altura de los números 5 y 7, respectivamente, de la misma, yacían dos ramas secas, a caballo entre la acera y el asfalto, que, por sentido común y por lógica, van muriendo, como hemos dejado constancia por una pavorosa desatención.
