El pasado viernes acudimos a ver a nuestro amigo el Búho, por si nos chismorreaba alguna comidilla, como hace habitualmente, eso sí, mientras las tórtolas, a su vez, hacen de su capa un sayo.
El caso es que nos sentamos en nuestra butaca, de la cafetería Mercado, pusimos la carpeta de notas en otra butaca, y pedimos una jarra de cerveza, fría, bien fría, que con la que estaba cayendo nos hacía una falta enorme.
Con la cerveza sobre la mesa, mientras esperábamos a ese amigo impuntual, como siempre, y desde aquel esquinazo, oteamos el panorama, a izquierda, a derecha y al centro, como haciendo pasar el tiempo, a la espera de que llegara el amigo Toni, nos comentara alguna noticia, algún rumor, algún proyecto…
Mientras tanto nos percatamos de una imagen cuajada de misterios, de dudas, de la triste realidad social que nos invade, por culpa de estos tiempos, que todo lo cambian, y de esa crueldad que llaman teléfonos móviles y que, a fin de cuentas, resultan, como se puede percibir en la imagen, la única compañía con la que algunos se muestran a gusto.
¡Qué horror de horrores…! El teléfono móvil, convertido, por arte de magia, en el mejor amigo del hombre, del niño, de la joven, de la anciana…!
¡Que no le falte de nada a la tórtola…!
Levantamos la cabeza, miramos bien, sí, miramos bien, lamentablemente bien y el abanico que se ofrecía a la vista, tal como pueden apreciar los lectores era el de cinco personas solitarias, cada en una mesa, y cada una de ellas, las cinco, pendientes, solo del teléfono, embebidos con el teléfono…
Y, eso, en la Plaza de Timanfaya, uno de los centros sociales del pueblo, donde se supone que se podrían reunir algunos grupos y charlar, como señala el dicho popular, del Gobierno, aunque solo sea para criticarlo, del tiempo, de las obras municipales, o de esas curiosidades y fenomenologías de los vecinos…
Pero ya parece que hasta en San Fernando de Maspalomas, un lugar social y demográficamente hablando, que no parece demasiado grande, como para andar mareando la perdiz, al son de la soledad, por mucho que se disponga de un teléfono móvil a mano.
¡Loadas sean aquellas parrafadas vecinales de antaño, aquellos corrillos, aquellos adioses continuados, aquellas chácharas de unos con otros, aquellos inveterados paseos por las afueras del pueblo, charlando sobre una amplia diversidad de cuestiones, que si el calor de octubre, que si los cambios de la luna, que si el alcalde es lo que es…!
Desde aquí, desde «maspalomasplus.com«, quisiéramos hacer un llamamiento a la Concejalía de Asuntos Sociales, a cargo de Dimas de la Cruz Sarmiento Navarro, para que incentiven, del mejor modo y manera posible, una serie de actividades que posibiliten el Encuentro entre Mayores embargados la Soledad.