La Cofradía de Pescadores, en Castillo del Romeral, ofrece otro de esos puntos negros del municipio de San Bartolomé de Tirajana. Una imagen lamentable que el Ayuntamiento debiera de solventar con la mayor celeridad.
El viajero llega a ese entrañable lugar que es Castillo del Romeral, donde se ofrecen unos ricos pescados en un diversidad de restaurantes, a los que acuden numerosos turistas de los que visitan las islas, dejarse acariciar por el viento y el sol, a la vera misma de la playa, y, luego, a ver algunos rincones del lugar. Y, después, a saborear los excelentes platos que se ofrecen a caballo entre la cocina canaria y otros platos con numerosos aires, en los que sobresale un rincón tan entrañable como es, siempre, el restaurante «Liágora«.
Entre esas visitas son muchos los que se acercan hasta la Cofradía de Pescadores, con el ánimo de conocer las dependencias de un lugar tan característico y arraigado en el sabor de la historia de un lugar tan entrañable… Y en llegando a ese lugar, con una denominación tan arraigada como es la Cofradía de Pescadores, se encuentran dos grandes atractivos: Las aguas de la mar que acarician al viajero y el restaurante denominado «Cofradía de Pescadores«.
Y, a su lado, la Cofradía de los Pescadores, propiamente dichas, en cuyas dependencias, con casi la practica totalidad de los puestos de los pescadores cerrados, y donde prácticamente queda solo Antonio, un tipo cordial, amable, luchador y amante de las artes de la pesca, con y contra las aguas canarias, que vigila sus nasas, esparcidas por un amplio espacio de la mar.
Pero entrando en el lugar, además de esa crujiente soledad de contemplar un montón de puertas cerradas, de diferentes puestos de pesca, la dependencia central, que debiera de representar, por ejemplo, una especie de museo de las artes de la pesca al aire libre, con diferentes artilugios en la historia de la pesca en Castillo de Romeral, que recordara el costumbrismo y la lucha de tantos y tantos habitantes del lugar, se encuentra todo un amplio espacio abandonado, repleto de nasas oxidadas y sueltas con sus alambres, de sogas moribundas, de bogas abandonadas, de hierbas que crecen de forma desordenada, y de otra variada serie de elementos que solo contribuyen a deteriorar, cada día un poco más y un poco peor, y que genera una negativa imagen de un lugar tan representativo y digno como debiera de ser el de la Cofradía de Pescadores, que, en sus buenos tiempos, diera tanto trabajo en la contribución de esos entrañables luchadores de la mar por conseguir una carga de pescados con la que ir sobreviviendo en el día a a día…
Un punto negro y que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana debiera de arreglar, desde nuestra humilde opinión, con la mayor celeridad, con un adecentamiento histórico-costumbrista que dejara constancia de la tradición de la pesca en la historia de Castillo de Romeral.