Una decisión tan acertada como retrasada. Con todo el sentimiento humanitario ya era hora que la Policía Municipal y Nacional se pusieran las pilas y eliminen la venta ambulante de la Playa de Maspalomas.
Vaya por delante, para evitar recelos innecesarios de algunos lectores, que no solo no somos racistas, sino humanitarios. Pero el lugar de los inmigrantes y de otros vendedores no es el Paseo de la Playa de Maspalomas. Un lugar verdaderamente emblemático en el panorama turístico español y europeo, siempre repleto de turistas, al calor del buen tiempo, del buen ambiente, de la buena mar atlántica, entre la agradabilidad, el descanso, el relax…
Un paseo, el de Maspalomas, invadido casi siempre de vendedores ilegales, que trasiegan sin ningún problema, en medio de las miradas de incomprensión y de extrañeza por parte de buena parte de turistas y visitantes, que se colocan en sus puestos habituales, con sus sábanas extendidas repletas de gafas de sol, de gorras, de relojes y otra serie de baratijas, de marcas falsificadas, por cierto, creando una mala, negativa e injusta imagen de la Playa de Maspalomas. Precisamente en el lugar más referencial de Maspalomas. Sobre todo en el recorrido que oscila entre la Charca y Meloneras. Todo un espacio de gran interés y relieve turístico, como dejamos constancia con frecuencia, siempre situado en los lugares de vanguardia del turismo español y europeo, y creándose, a la vez, por parte de esos vendedores una competencia ofensiva e ilegal contra los empresarios de la zona, que defienden sus comercios y negocios con hartos esfuerzos
Una situación insoportable, que llevan manteniendo desde hace, ya, largo tiempo, casi de forma histórica, con unas mercancías que nadie sabe de dónde salen. Ni tan siquiera cómo tales vendedores ilegales pueden sobrevivir vendiendo productos falsificados, en contra de la dinámica empresarial de tantos comercios en las cercanías, sin que las correspondientes patrullas de la Policía Municipal, por las circunstancias que hayan sido, no haya hecho más que de cuando en vez darse una vuelta por la zona, ver cómo los vendedores ilegales recogen su mercancía a toda mecha, se la ponen al hombro y salen escopetados camino de ocultarse tras los jardines o edificios próximos.
Quizás, con esa visita, los vendedores ilegales ya no regresen a su lugar habitual en un día. O quizás, en un rato, hasta que la patrulla de la Policía Nacional haya abandonado el lugar de referencia, en las transacciones habituales de este hábito que es necesario desmantelar de una vez por todas.
Pero los ilegales ya conocen los hábitos policiales. Y al día siguiente, delante de hoteles, de restaurantes, de cafeterías, en las proximidades más inmediatas de centros comerciales, los vendedores vuelven a sus andadas. No sabemos si burlándose de la permisividad de la los agentes de la Policía Local y Nacional, de los comerciantes de la zona, de los paseantes por la playa. O de todos a la vez.
Insistimos. No somos racistas. Todo lo contrario. Pero el lugar de esos vendedores no debe de ser la ilegalidad, en ningún campo ni concepto, y, menos, aún, en un lugar tan emblemático como resulta el Paseo de Maspalomas.
Ya era hora que alguien tomara esta decisión y eliminar a esos vendedores que incomodan a los transeúntes. Queremos creer la nota que hoy publicamos en el periódico digital maspalomasplus.com en el sentido de que esa lucha de la las Unidades de Seguridad Ciudadana y de Extranjería y Fronteras de la Comisaría de Policía Nacional de Maspalomas van a resultar útiles y eficaces.
Otra asignatura que quedó pendiente, qué casualidad, por parte de la ex alcaldesa socialista, Conchi Narváez, y de su equipo.