No cabe duda que Liágora es uno de los mejores restaurantes de Gran Canaria. Extraordinarios calidad de entrantes, carnes, pescados, postres y vinos. Un personal atento y servicial, buen precio… Adelante y pasa por Liágora.

A base de mucho esfuerzo, constancia, calidad y seriedad, el restaurante Liágora se ha erigido, por mérito propio, como uno de los más representativos y cualificados en la geografía del sureste de Gran Canaria. Y en cuyo precioso local, cada día resulta un poco más complejo encontrar mesa. Lo que ya, de por sí, resulta una buena señal.

Por lo que a la hora de querer acercarse a fin de degustar y saborear las excelencias culinarias y gastronómicas que se ofrecen en la carta del restaurante Liágora, muy cuidada y selecta en su elaboración, hay que optar por las indicaciones, ya que de su cocina, que dirige su propietario, Pepe Bolaños, el capitán de la nave gastronómico-culinaria de altura, acertadamente muy creativo en la cocina, salen unos platos magistrales, atractivos y suculentos,.

Por lo que es preferible reservar la mesa con una cierta antelación. En la seguridad, eso sí, por supuesto, de que Tere Melián, la maitre, siempre muy amable y servicial, al frente de un gran equipo, como Tomás, Iván y David, se esforzará al máximo por facilitar un hueco y una hora para satisfacer la demanda del visitante. Y, en el momento de sentarse a la mesa le recitará un conjunto de sabores hecho placer. Placer agradable y de unas texturas, productos y sabores que merecen un notable alto.

Un lugar muy agradable, que cuenta con terraza, a la orilla misma de la mar atlántica, cuyas aguas son un remanso de paz, de luz y de color, un rincón decorado con buen gusto, acierto y sensibilidad, una cocina de exquisita calidad como la que se percibe en todos sus platos, especializado en arroces, como el caldoso de mariscos, el negro, el a banda, así como en pescados frescos procedentes de las aguas que salpican la propia costa, y una plantilla familiar que se distinguen por su amabilidad, su atención y profesionalidad.

Toda una serie de elementos que ya, de por sí, abren la puerta a la calidad, al prestigio, al acierto y a diferenciarse, así mismo, de otras cocinas.

Una carta selecta, aunque siempre se ofrecen otras alternativas fuera de la misma, donde sobresalen, además, un delicioso jamón, una ensaladilla rusa, marca de la casa, croquetas variadas, una selección de quesos canarios, almejas, ensalada Liágora, pulpo, pura delicia, entre otros, así como una amplia y variada gama de pescados, que van desde el delicioso jurel al sabroso medregal, desde la rica cabrilla a la sama a la sal, atún rojo, vieja, gallo, besuguito, bocinegro, sargo, vieja, breca

Del mismo modo que de aquella cocina acristalada y transparente, donde se aprecia el rigor y el esmero del trabajo en la cocina, salen un sorprendente carpaccio de atún, una fritura de pescados, un escaldón de gofio, unas puntillas de calamar, gambas al ajillo, así como otras delicias, que ganan, y mucho, con la extraordinaria cocina que emana del fogón de Liágora, bajo los mandos de Pepe Bolaños, pilotando los movimientos de la tripulación y seguir, siempre, viento en popa y a toda vela con una cocina excepcional.

Siempre, en caso de duda, consulte lo que considere oportuno a cualquier miembro de la plantilla que conforma el restaurante Liágora. Que solo va a recibir una amable explicación y la mejor propuesta.

Del mismo modo Pepe Bolaños, el capitán de este yate gastronómico, que camina siempre con buena dirección, nos ofrece, a través del amplio y siempre sugestivo ventanal del restaurante Liágora, un alga que se muestra en la costa de Castillo del Romeral, una cuidada muestra de carnes, a base de entrecot, chuletón, paletilla de cordero, lomo alto de ternera y otras, con las que sorprende al comensal entre delicias y excelencias.

Para acompañar tan suculentas delicias hay una carta de vinos, con un amplio muestrario que se aprecia en las estanterías de la vinoteca el restaurante, como son, como referencia puntual el Pago de Capellanes, Paco García, Torelló, Mocén, Erial, Torelló, Grifo, Montebaco, Albariño, Señorío de San Vicente, Altos del Enebro…

Un poco más adelante, damos paso a una muy cuidada oferta de postres, todos ellos de elaboración casera, como resultan, por ejemplo, el tiramisú, arroz con leche, flan, helado de yogur y otros.

Una serie de indicaciones idóneas para que el comensal salga plenamente satisfecho y en la seguridad de que todos los componentes citados anteriormente, y el resto de platos y ofertas que conforman la carta, le llevarán a repetir una nueva visita al restaurante Liágora. Una excelencia, en todos los aspectos

Y con una plantilla familiar de trabajadores, Pepe, Tere, Iván, David y Tomás, profesionales ejemplares, muy buena gente, amigo lector, siempre pendientes del cliente, con esmero, con atención, con amabilidad y cordialidad. Valores, por supuesto, que son dignos de dejar constancia, para conocimiento de todos.

Una referencia indicativa: El comensal saldrá tan satisfecho del restaurante Liágora en todos los conceptos, que le apetecerá volver lo antes posible.