Majestad: «Estoy impresionantemente sorprendido de que todos los días, surcando las aguas marroquíes, lleguen embarcaciones con centenares de inmigrantes ilegales a las costas canarias, un lugar de acogida y sensibilidad humana».
Majestad:
Permítame dirigirle esta carta, con la mayor consideración, a través del periódico digital maspalomasplus.com.
Desde hace tiempo, largo tiempo, es de suponer que con la permisividad absoluta del Gobierno alauita y con la del presidente del Gobierno español, vienen llegando a Gran Canaria y a las otras seis islas del Archipiélago, pateras, cayucos y lanchas neumáticas, repletas de inmigrantes ilegales, procedentes de Marruecos, de Senegal, de Costa de Marfil y de otros países africanos, surcando con total impunidad las aguas marroquíes, como enlace para llegar hasta esta impresionante tierra canaria, que no marroquí, como anhelan fuentes próximas a Su Majestad.
Al medio, tras una larga aventura de sufrimientos, en lo que supone y representa una impresionante tragedia humana, la existencia de unos criterios, para no engañarnos, de índole económica, laboral, social, política, humana, y otros. Razón por las que los inmigrantes ilegales, por un lado, pero, siempre, seres humanos, atraviesan toda una amplia serie de muy variadas y adversas circunstancias que les lleva a adentrarse, a través de largas y terribles aventuras, peregrinando ante la incógnita permanente de las olas, más allá de la crudeza de la mar atlántica, y llegarse hasta las costas canarias, tratando de asirse y agarrarse, muchos de ellos de forma desesperada, como un clavo ardiendo al azar del futuro y de las tragedias, del dolor y del riesgo, del sufrimiento y del misterio de lo desconocido.
Para ello, para posibilitar ese traslado de tantos y tantos inmigrantes, de Marruecos, de Senegal, de Costa de Marfil, y de otros países del continente africano, una buena parte de esos inmigrantes ilegales, de forma tan osada como compleja, tratan de abrirse un camino, a través de la crueldad de las mafias criminales que operan por territorio marroquí y español. Mafias a las que los Gobiernos respectivos de ambos países, Marruecos y España, debieran de perseguir con los máximos efectivos posibles, tratando de reordenar, de forma humanitaria, solidaria, pacífica, las situaciones personales y familiares así como el tránsito migratorio que se ofrece por la cercanía entre ambos países. Más, aún, lamentablemente, desde las aguas de ese hermoso país, como punto de partida, en muchos casos de los inmigrantes ilegales , y, siempre, como lugar de paso de tantas personas navegando al azar entre las aguas marroquíes y atlánticas.
Pero ha de saber, Majestad, como imaginamos que conoce, que, al tiempo, en este impresionante país que es España, las organizaciones y efectivos de Salvamento Marítimo, de la Cruz Roja, del Ejército, de numerosas organizaciones, nada más tener conocimiento de la llegada de las riadas migratorias, prestan, de forma inmediata, la más completa y amplia serie de ayudas de carácter humanitario, con todos sus miembros volcándose con los nativos de los diferentes países africanos. Porque España, Majestad, como ya conoce, por numerosos gestos, es y se ofrece como un país inmenso de acogida, un país solidario, un país esforzado y abierto a la sensibilidad y al azar con toda esa larga, infinita serie de inmigrantes que caminan por una multitud de senderos que les llevan y conducen a esos parámetros migratorios. Como la acaecida recientemente, con la desaparición de sesenta y seis senegaleses que, días pasados, fueron absorbidos por la mar.
Muchos de todos esos inmigrantes, entre las ayudas y servicios de auxilios sanitarios, de carácter alimenticio, de un techo, de ayudas de índole económica por parte de las diferentes administraciones españolas –a las que en muchas ocasiones no pueden acceder españoles en extremas y muy duras dificultades–; otros, con las iniciativas y esfuerzos de su voluntad laboral y trabajadora; y otros, entre muchas interrogantes, dejan los senderos de su vida por esos recorridos que nadie sabe hacia dónde marchan día tras día.
El pasado domingo, 27 de agosto, concretamente, llegaron a diferentes puntos de las Islas Canarias cuatro embarcaciones con un total de más cuatrocientas personas, con la mirada de angustia contra la desdicha, la travesía, el adiós a un mundo en tierras africanas, y el desconocimiento de los terrenos que pisan al medio.
Bien sabe Su Majestad que existe una amplia diversidad de problemáticas al medio, entre la indiferencia, la insensibilidad y hasta la permisividad de altas autoridades marroquíes. También, españolas. Y cuando debe de surgir la ayuda de carácter humanitario, España siempre se encuentra en primera línea de profundidad y formación humanitaria, de cooperación, de ayuda, con la mano tendida, en base a los más nobles sentimiento del pueblo español.
Majestad: Estoy impresionantemente sorprendido de que todos los días, surcando las aguas marroquíes, lleguen embarcaciones con centenares de inmigrantes ilegales a las costas canarias, un lugar de acogida y sensibilidad humana.
Permítame, Majestad, formularle una pregunta, cuajada del más hondo sentimiento humano: ¿Hasta cuándo van a continuar saliendo inmigrantes ilegales desde Marruecos, que por una amplia diversidad de criterios y de conceptos, como bien sabe conoce Su Majestad, camino de las costas canarias, como Arguineguín, en Gran Canaria, y todas las islas que conforman el Archipiélago canario?
Con la expresión de mis más profundos sentimientos.