Con el inicio del curso escolar se ha agigantado, de repente, el alborozo de los pequeños por las calles de San Bartolomé de Tirajana, y que contrasta, enormemente, con el aburrimiento de la inercia política.

El retorno de los escolares ha supuesto, de forma rápida y acelerada, los juegos, las carreras, los cantos, los gritos, las voces, que alientan y dinamizan la algarabía de las calles, entre los más diversos y variados trajines, ajetreos, deberes, estudios y otros, mientras poco a poco van trazando las líneas coordinadas de su aprendizaje… Y que representa, en definitiva, ese significativo paso de los más pequeños que van avanzando en su trayectoria por las escuelas y los colegios. Aún a pesar de que, de cuando en vez, nos quejemos de que nos dan la lata…

La verdad es que se echaba en falta el bullicio y el griterío escolar.

Mientras tanto la tropa política pareciera que camina así, como de puntillas, como no queriendo hacer el menor ruido. Ni por uno ni por otro lado. Lo que ignoramos, cuando ya nos encontramos a once de septiembre. Y, como dice el paisanaje, pareciera que ni chicha ni limoná.

Ya llegarán algunos días más cálidos, se supone, con la llegada del otoño, y no nos referimos al tema meteorológico, ni, tan siquiera, a la agenda política festiva y otras, de conciertos, celebraciones, y otras, que, por sí mismo, arrastran al gentío y a lo pomposo, a lo jocoso y a lo lúdico.

Que eso, siendo atractivo y sugestivo, pareciera lo menos.

Hay motivaciones que, sin embargo, resultan mucho más dinámicas, como representa la apertura del curso escolar.

En la mañana del lunes, a eso del mediodía, la cafetería Mercado, una buena atalaya con una cerveza al medio, era un clamor de esa muestra escolar y de ese aliento de los mayores, vigilando a los chiquillos… Mientras, a su lado, la corporación municipal quizás, más allá de la imaginación, arrastre la abulia veraniega…

NOTA: La fotografía es de tan solo hace unos días, Obras en un colegio de San Fernando, preparándose para el comienzo del curso.