En lo que va de 2024 han arribado a las islas 242 cayucos, un 369,9 % más que en el mismo periodo de 2023

Unas cifras tan escandalosas como dramáticas, verdaderamente pavorosas, y cada día un poco mayores que el anterior. Porque un día sí y otro también, en un incesante sin parar, continúan llegando pateras, cayucos o lanchas neumáticas sin cesar a las islas Canarias, mientras los principales responsables políticos de España, como país de llegada, y de los países de origen, entre los que destacan sobre todo y fundamentalmente Marruecos, Senegal y Mauritania, siguen en su inactividad, en su negligencia y en su irresponsabilidad.

De este modo es de señalar que en el transcurso del primer cuatrimestre de 2024 las Islas Canarias han recibido, ya, ni más ni menos que la llegada de 15.982 inmigrantes ilegales, superando de un modo más que notorio los inmigrantes ilegales llegados en el mismo período del pasado 2023, que solo alcanzaron en ese tiempo 3.241 personas entre marroquíes y subsaharianos.

Algo que, evidentemente, debiera haber hecho encender todas las alarmas por parte de los gobiernos respectivos. Sobre todo, por parte de España, como país receptor de tanto y tanto inmigrante ilegal, que nadie sabe dónde va ni en qué se ocupa. Pero que enseguida será legalizado. ¿Por…? eso solo lo sabe el gobierno de Pedro Sánchez.

Pero no es así. Las islas han recibido, en lo que ha transcurrido de 2024, un 369,9 % más de inmigrantes por vía marítima que durante los mismo meses de 2023. Lo que supone, en números más reconocibles e interpretables para todos, un incremento de 12.581 personas. Por tanto, este año, han alcanzado las costas del archipiélago 15.982 inmigrantes procedentes de África, y naturales, en mayor medida, de países como Marruecos, Senegal y Mali. El ejercicio anterior, un total de 3.401.

Las Islas Canarias cada día se llenan un poco más de verdaderas oleadas de inmigrantes, sin papeles, que, en manos de las mafias criminales que están situadas perfectamente organizadas a ambos lados de la mar, operan, y trafican con seres humanos, con grandes cantidades de dinero, y, muy probablemente, con otros elementos.

Ante ello, ante tanta desidia e incompetencia para frenar estas riadas de inmigrantes –que, al parecer salen huyendo de sus países por cuestiones de índole económica, por problemas políticos, por adversidades sociales– van penetrando paulatinamente por todas las islas Canarias, donde se pierden entre el tejido social de la multitud y deslizan su vida, cada uno de ellos, bien con las instrucciones perfectamente aprendidas, sobre todo los procedentes desde Marruecos, o van a su libre albedrío. Lo que no parece muy probable, porque a ver cómo se busca la vida un inmigrante ilegal, sin hablar español, sin recursos y en unos momentos tan complejos como los que se atraviesan en España y en el Archipiélago Canario, una comunidad que suele figurar, por lo general, en los lugares más bajos de la renta per cápita.

Una situación dramática ante la que ni los propios gobernantes son capaces de hallar solución alguna. Tal vez, es probable, porque tampoco tengan mayor interés, como es el caso del rey Mohamed VI de Marruecos y del presidente español, Pedro Sánchez. Una inmigración ilegal que, presumiblemente, les importe demasiado ni a uno ni a otro en función de sus exquisitas relaciones tras la operación «Pegasus» con datos de los teléfonos móviles del presidente y su esposa.