Parece mentira, pero es verdad. Hay días, como ayer, martes, que no llegó ninguna patera, ningún cayuco, ninguna lancha neumática a Arguineguín. Pareciera increíble, pero… Pero ya llegará cualquier día otra, y otra y otra, repleta de seres humanos.

El sol dora la playa con esa intensidad y matices tan especiales, en Arguineguín, en Mogán, en Maspalomas, como los que se reflejan en los abanicos y la intensidad de las acuarelas coloridas de los pintores, en las fotografías tan preparadas, de forma cuidadosa, por la inmensa mayoría de los visitantes en sus cámara y distribuir ese gran mensaje propagandístico de la inmensidad de esta zona, en las páginas de las hemerotecas de los libros, en los ojos de cualquier caminante a través de la hondura del paisaje, siempre tan espectacular, que se abre a cada instante y cada día en un lugar de tanto relieve como resulta el de Arguineguín, en Mogán, a un tiro de piedra, como se suele decir, de Maspalomas, tierra sublime de belleza, y que goza, como se sabe en tantas partes y lugares, con el mejor clima del mundo.

Un rincón sobrecogedor. Siempre en paz y en calma, con el avance paulatino de su expansión turística, que no solo no para ni se detiene un solo segundo, sino que va creciendo, siempre en busca de los mejores y más novedosos servicios gracias a las inquietudes, esfuerzos e iniciativas del sector empresarial. Da igual, eso sí, para ese mantenimiento y crecimiento turístico la brisa marina suavizando la fuerza y vehemencia del sol, cuando le da por apretar de lo lindo, como ha hecho este verano, de modo incesante, sin parar apenas su maquinaria, aunque el frescor de la mar siempre suaviza el parajey el paisaje de la costa y de la playa.

Con frecuencia, sin embargo, como informamos con la frecuencia que procede, desde el periódico digital «maspalomasplus.com», por las cercanías del Muelle, se ve un movimiento, ya histórico, penosa, humanitariamente hablando, ya sintomático. Una estampa que los vecinos, familiarizados con las imágenes divisando al fondo una lancha de Salvamento Marítimo con un montón de inmigrantes ilegales procedentes de las tierras vecinas de Marruecos, de las tierras cercanas de Mauritania, de las tierras próximas de Senegal, de las tierras de Costa de Marfil. que nadie sabe de dónde llegan ni hacia donde se dirigen. La cara y la cruz del destino. O, tal vez, la cruz y la cara del azar de cada uno.

Eso sí, El vecindario suele percibir unas imágenes de gente cansada por la dura travesía de la mar, desde las aguas marroquíes, tan franqueables como siempre, y con las puertas abiertas de par en par, facilitando la salida de sus gentes a la tierra de acogida que es Canarias.

El hecho cierto es que gracias, siempre, a la inmensa generosidad humanitaria de España los arriesgados equipos de Salvamento Marítimo, siempre vigilantes, con denodados esfuerzos y sacrificios, siempre prestos a su tarea, posibilitan la llegaba a buen puerto, hasta el Muelle de Arguineguín, de estos puñados de seres humanos, muchas veces en manos de redes mafiosas y criminales, que operan a uno y otro lado de la mar, con el consentimiento, con la permisividad, con la tolerancia de cuantos cierran los ojos ante semejantes decisiones, de cuantos optan por embarcarse con rumbo a lo desconocido o, quizás, hasta donde sean empujados desde esas tierras africanas. No se sabe si por ordeno y mando, por una reflexión sobre su vida o por esas ansias de incorporarse al mundo canario, español y europeo.

Pero siempre tienen y encuentran la mano tendida de la esperanza en Canarias y en España. Desde sus operativos de rescate y salvamento, desde sus atenciones en la Cruz Roja o en diversos centros sanitarios… Ayudas que tanto escasean, por cualesquiera que sean las circunstancias, en sus lugares de procedencia.

El paisanaje de Arguineguín, de Mogán, de Maspalomas, como el de tantos y tantos lugares canarios, contemplando esas llegadas masivas de inmigrantes ilegales se pregunta que hacia dónde y hacia dónde se dirige esta gente con una mochila sin apenas nada, aunque los hay que llegan bien equipados informáticamente. Otros sospechan que son miembros reenviados desde sus respectivos lugares de procedencia con algunos fines más allá de lo propio de las mafias y de los grupos criminales que operan sin grandes dificultades, y que, en ocasiones, son desarticulados, aunque no con la frecuencia que debiera de ser, otros consideran que parte de ellos vienen a generar inseguridad y otros problemas; otros que sí, que los acojan, pero que se pongan a trabajar como todo hijo de vecino, que para eso son gente joven, de buenos brazos, y que ayuden a levantar la tierra que les acoge y atiende… ¿O no?, pregunta un paisano con la cara arrugada de años, la mirada sabia y el cachorro sobre la cabeza.

En poco tiempo los ilegales se van desperdigando, como por arte de magia, y en silencio, por diferentes lugares de la geografía española. Y…

Se hace la calma de nuevo. Hasta el sol pareciera descansar de su ajetreo canario. Pero, más tarde, el sol sigue apretando, de intensidad y de belleza, con la magia y el hechizo de todos y cada uno de sus rayos, con esas dotes con que le parió la naturaleza, y que se plasma sobre un rincón tan hermoso como resulta el sur de Gran Canaria.

¿Y qué es, por cierto, de todos los inmigrantes ilegales que se van perdiendo, día tras día, por los senderos de España?