En la fachada del Parque de Bomberos, en la Avenida de Alejandro del Castillo, hay, desde hace tiempo, un pequeño mueble con unas cuantas estanterías que acoge una serie de libros, facilitados por vecinos de la zona, para su uso por otros.

Unas estanterías en las que abundan las enciclopedias de diversa índole y de varios tomos, que, por lo que parece, no suelen ser del agrado de casi nadie. Pero también se ofrecen algunas novelas, ensayos y otro tipo de libros. Preferentemente en alemán y en inglés. Pero también van apareciendo, libros en español.

Una idea, la de estas bibliotecas populares, por aquello de darle un modesto nombre, por la que los propietarios de los libros, antes de hacerlos desaparecer en algún contenedor, lo dejan allí, amablemente, a disposición de los lectores. Libros de diversas índoles y temáticas que, de uno u otro modo, pueden servir para entretenimiento del paisanaje ciudadano.

Cualquier día, por cierto, uno de ellos nos comentó que se trataba de una idea que surgió en Centroeuropa, concretamente en los parques, para facilitar y hacer más amena la estancia de los paseantes. Ignoro si es así o no. Aunque agradezco el gesto explicativo del vecino.

Libros que siempre pueden resultar entretenidos para quienes se encuentran con la librería. Ya que, como se suele decir, un libro siempre puede ser un buen, un grato, un gran compañero de viaje…

La idea también, claro es, pasa por el que una vez leído el libro referenciado, o no, el mismo sea devuelto a las estanterías, a fin de que pueda acompañar a cualquier otro curioso por la lectura que se ofrece pública y gratuitamente, a todos, gracias a la solidaridad vecinal.

Un hecho, por cierto, el de la solidaridad vecinal, muy importante a tener en cuenta. Sobre todo cuando esa solidaridad, como la presente, se mantiene en el anonimato.