Una rama, de dimensión más bien seria, caída en mitad de la calzada, por la que circulan numerosos coches, puede resultar una fatalidad. Pero no será, no, porque no hayamos dejado constancia de la cantidad de largas ramas moribundas que cuelgan de palmeras amenazando a los conductores.

Dos de la tarde del sábado. Circulamos desde San Fernando hasta Maspalomas. dejamos a la derecha la Estación de Servicio y echamos por la Avenida de Cristóbal Colón hacia adelante. Y donde, con dos carriles en cada sentido y un pequeño jardincillo de separación, repleto de palmeras, permite apretar un poco el acelerador.

De repente el conductor se encuentra con esta rama, caída, en la calzada izquierda, dificultando de modo ostensible la circulación, que obliga al conductor a pegar un giro rápido o frenar casi en seco…

Una fatalidad siempre puede ocurrir. Lo cual es de lamentar. Pero ya se sabe que nunca pasa nada hasta que pasa…

Hace escasas semanas dejamos constancia fotográfica de la cantidad de palmeras que amenazan con una gran amplitud de ramas moribundas, de un pálido color seco de muerte que no tiene nada que ver con el esplendor y la belleza del verde habitual de la palmera. Nos referimos al amplio número de ramas que se bambolean, en este caso último, en la Avenida Mar de Siberia, a lo largo del trayecto entre el Palacio de Congresos y la Clínica San Roque.

Allá cada uno con sus responsabilidades, aún comprendiendo la inmensidad del palmeral por todas partes. Pero las que penden sobre las calles y las avenidas, por las que transitamos los ciudadanos, creemos que debieran de tener alguna preferencia para ser debidamente revisada por los técnicos, expertos y jardineros de la Concejalía de Parques y Jardines.