La llegada a las costas canarias de seis nuevas pateras, el pasado miércoles, con un total de trescientos cincuenta y tres nuevos inmigrantes subsaharianos, ha levantado nuevamente las alarmas sobre un problema que, al parecer, casi nadie quiere abordar en toda su verdadera y profunda dimensión. El problema de la inmigración.

Humana, social, política, económica. Seres humanos que salen y se marchan de sus países, en medio de tremendas e inmensas penurias, y que se lanzan a la mar, en pateras, en humildes barcas, en lanchas, arriesgando gravemente su vida, en y desde la esperanzada desesperanza de asirse a Europa.

Lo que ocurre de modo constante, mientras se agrava el problema, con numerosas raíces y secuelas, en el corazón de diversas zonas europeas, como es el caso del Archipiélago Canario, que ya no da abasto a más inmigrantes y que desde su situación crean un grave problema de conciencia moral a todos, en esa pelea de sus ilusiones y anhelos por alcanzar las rutas de la modernidad y el progreso de otras zonas, en las que los inmigrantes se agolpan como buenamente pueden, con las ayudas que buenamente se les puede ofrecer, y con un panorama que resulta de complejas soluciones.

Soluciones que deben de resolver de una vez por todas, desde el diálogo más profundo y las máximas vías de entendimiento, entre los países receptores de inmigrantes y los países de los que emanan los inmigrantes. Y que no debiera alterar caminos como la seguridad y otros planteamientos.

A estas alturas del siglo XXI pareciera difícil entender esas arriesgadas situaciones, con numerosas muertes por ahogamiento en las aguas de la mar, y que se producen en los inmigrantes desde la desesperación, los mayores riesgos y la aventura y, también, claro es, en bastantes en ocasiones por culpa de esos grupos mafiosos que abren los canales de las más severas ilegalidades a cambio de centenares o miles de euros, dejando a los inmigrantes en las costas… ¿Y…?

Es hora de facilitar al máximo el diálogo entre unos y otros, como es llegada la hora de abrir la canalización del entendimiento, de las políticas racionales y cooperadoras, en beneficio de todos.

Canarias y España son tierra de acogida. Sí. Pero de la mayor legalidad, y desde el mayor orden, desde la ley, en beneficio de todos.

Y el Gobierno de Canarias y el de España debe de fomentar, desde la consideración humana y social y moral, esas vías que permitan lo mejor para todos. Pero, siempre, desde la legalidad, que de siempre resulta el mejor camino para el entendimiento y la seguridad de todos.

NOTA: La fotografía está captada de RTVE.