Antonio Pérez Reyes, un esforzado pescador de Castillo del Romeral, que se lanzó al mundo emprendedor, a base de coraje, esquivando el panorama intermediario que tanto encarece el mercado. Uno de los escasos pescadores sureños que vende el pescado directamente desde el mar al cliente.

Antonio, hijo de Vicente y de María Luisa, nació en 1980 en el seno de una humilde familia en Castillo del Romeral. Su padre estuvo trabajando, durante mucho tiempo, en el duro mundo de los arrastreros de los barcos en Mauritania y otros países de la costa africana. Pasó una niñez de dificultades y pronto se encaró a la vida con el objetivo de abrirse paso a base de lucha. Desprendía amor propio y capacidad de trabajo. Por lo que muy pronto se inició en el mundo de la cocina, pasando por el restaurante «El Ciervo» y el «Costa Aérea».

Un hombre joven, luchador, comprometido con su pueblo y con su tierra, con su mundo de pescador en un barrio eminentemente pescador. Y que ahora tan solo cuenta con 12 barcos pesqueros. Entre ellos el suyo. Pero mientras los demás venden su producto a los arrieros, es decir, a los intermediarios, que tan solo despachan la mercancía a los restaurantes, Antonio Reyes considera que no debe hacerlo así.

Por lo que cuenta con una amplia agenda de contactos y vender directamente el pescado desde la mar bravía a la clientela que pronto acaban manteniendo buena relación y confianza profesional y humana con el pescador, por su calidad humana, que se acercan a la Cofradía de Pescadores, con un balde, a recoger una mercancía que ya ha conocido antes, a través de las propuestas y ofertas de Antonio, que conoce el panorama de las cien nasas con las que cuenta, entre las aguas de Pozo Izquierdo y el Muelle de Unelco.

Pero entre su trabajo en la cocina de restaurantes y la pesca, emprendió la aventura en la construcción. Y tras el boom de la misma, cuando el mercado ya comenzaba a descender de forma preocupante y a naufragar entre las aguas de la escasez de la construcción, Antonio se adelantó y pasó al mundo de la pesca. Marinero y pescador de años de duro trabajo, junto a un armador. Tan solo trataba de aprender todas las artes del oficio de la pesca, entre otros motivos, «porque yo quería depender de mi trabajo, de mi propio esfuerzo«.

Tuvo y atravesó un tiempo difícil, como tantas personas y en tantas ocasiones, mientras se superaba, anímicamente hablando. Un valor en el ser humano y en el pescador y que, por esas circunstancias que van y vienen, tal como las olas de la mar atlántica que acarician la costa de Castillo del Romeral, fue capaz de ahorrar un dinero y, oteando el panorama, y tras darle muchas vueltas, estudiando los pros y los contras, se decidió por comprarse un barco de 8 metros de eslora y 2,10 de manga. «Lo que hice porque entendía, en mis cuentas, en mis estudios, en mis números, que le encontraba visos de futuro«, nos dice Antonio. porque encontraba visos de futuro. Aunque el camino se le presentaba, una vez más, complicado, muy complicado.

Entonces ya decidió que debería hacerse a la mar atlántica y enfrentarse, de verdad, con su propio reto. Estamos en el año 2011. Se dió cuenta de la dureza y severidad del trabajo, del papeleo administrativo y oficial, de las exigencias por uno y otro lado, el precio del gasoil, la Seguridad Social, la salida del pescado… «Al principio todo es duro, muy duro. Más, aún, partiendo de cero. Y sacando, por ejemplo, cuarenta kilos de pescado, me veía obligado a prescindir de unas pequeñas vacaciones. Trabajo, mucho; dureza, bastantes; adversidades, todas«. Pero era su apuesta, ya definitiva.

Antonio Reyes Pérez fue afrontando, entre sacrificios y esfuerzos, las exigencias de uno de los mayores retos de su vida, junto, afortunadamente, al aliento de su mujer, Vanesa, la llegada de su hija, Ciara, su energía y su fuerza vital, para abrirse paso «como tantos otros se lo abren a través de tantos y tan fuertes reveses«.

Antonio cuenta hoy con cien que tiene localizadas a través de un GPS y que le conducen a las que considera adecuadas, en función del tiempo en que vaya pasando, paulatinamente, por una y por otra. El patrón, Antonio Reyes Pérez, se echa a las aguas con el barco y con todo el instrumental preciso acompañado con el marinero Ancor Lleida Hernández,

Y entre los dos, a base de mucho trabajo, de mucha fuerza, de mucho esfuerzo, con ayuda de la máquina hidraúlica que levanta la nasa elegida, descargan sobre su barco sargos, cabrillas, brecas, salmonetes, samas, palletes, chopas, cabrillas y una larga serie de pescados…

Luego se marcha al muelle, descarga la mercancía y se dirige a la Cofradía de Pescadores donde a primera hora del día abren su pequeña estancia, eso sí, con un montón de pescado fresco, aún con los peces agitados en sus últimos años y segmentos de vida, y comienza la tarea de la selección de su clientela, mientras Ancor Lleida le ayuda a la limpieza del pescado.

Antonio también gusta del deporte, del mismo modo que enseña las artes de la pesca a su hija, Ciara, apasionada del trabajo de su padre y que ya se afana en las labores y tareas que va aprendiendo poco a poco, pero con gran esmero, de ese gran maestro y patrón, como es su padre.

Hablamos de un emprendedor, batallador infatigable con y contra la mar, y, también, claro es, con sus tendencias, mientras cada día continúa haciendo camino al andar… Que en su caso es el del compromiso de la pesca nuestra de cada día y ofertarla, directamente, desde el mar a los clientes.

Y que, a fin de cuentas, constituye la tarea de cada día en su vida, en su compromiso, en su trabajo, siempre entre las adversidades del mar, y en su lucha, ganando esos clientes que saben que se encuentran ante una persona de un extraordinario coraje humano.

Aquí dejamos a nuestros lectores y amigos del periódico digital diario «maspalomasplus.com» la tarjeta de presentación de Antonio Reyes Pérez.