El fin de semana ha dejado en Arguineguín tres pateras más en un permanente e incesante goteo de magrebíes tratando de alcanzar la costa. Un drama humano, social, político, económico, que debiera de hacer sonar las alarmas ante un dilema que nadie quiere abordar en su auténtica dimensión.

Humana, social, política, económica. Seres humanos que salen y se marchan de sus países, en medio de tremendas e inmensas penurias, y que se lanzan a la mar, en pateras, en humildes barcas, en lanchas, arriesgando gravemente su vida, en y desde la esperanzada desesperanza de asirse a Europa.

Lo que ocurre de modo constante, mientras se agrava el problema, con numerosas raíces y secuelas, en el corazón de diversas zonas europeas, como es el caso del Archipiélago Canario, que ya no da abasto a más inmigrantes y que desde su situación crean un grave problema de conciencia moral a todos, en esa pelea de sus ilusiones y anhelos por alcanzar las rutas de la modernidad y el progreso de otras zonas, en las que los inmigrantes se agolpan como buenamente pueden, con las ayudas que buenamente se les puede ofrecer, y con un panorama que resulta de complejas soluciones.

Soluciones que deben de resolver de una vez por todas, desde el diálogo más profundo y las máximas vías de entendimiento, entre los países receptores de inmigrantes y los países de los que emanan los inmigrantes. Y que no debiera alterar caminos como la seguridad y otros planteamientos.

A estas alturas del siglo XXI pareciera difícil entender esas arriesgadas situaciones, con numerosas muertes por ahogamiento en las aguas de la mar, y que se producen en los inmigrantes desde la desesperación, los mayores riesgos y la aventura y, también, claro es, en bastantes en ocasiones por culpa de esos grupos mafiosos que abren los canales de las más severas ilegalidades a cambio de centenares o miles de euros, dejando a los inmigrantes en las costas… ¿Y…?

Es hora de facilitar al máximo el diálogo entre unos y otros, como es llegada la hora de abrir la canalización del entendimiento, de las políticas racionales y cooperadoras, en beneficio de todos.

Canarias y España son tierra de acogida. Sí. Pero de la mayor legalidad, y desde el mayor orden, desde la ley, en beneficio de todos.

Y el Gobierno de Canarias y el de España debe de fomentar, desde la consideración humana y social y moral, esas vías que permitan lo mejor para todos. Pero, siempre, desde la legalidad, que de siempre resulta el mejor camino para el entendimiento y la seguridad de todos.