La experta plantea, junto a Carmen Hernández Ojeda, un análisis de las desigualdades que jalonan la sociedad y la economía en Canarias a partir de un enfoque ‘descolonizador’.
“La lucha por la igualdad de género es una tarea que nunca acaba”. Así de segura se muestra Larisa Pérez Flores, ponente del curso ‘Transformándo(nos) Canarias. La autoetnografía como herramienta pedagógica descolonizadora’, curso que imparte, junto a Carmen Hernández, en la Universidad de Verano de Maspalomas hasta el viernes 14 de julio.
El alumnado trabajará “una visión crítica de la realidad para observar, desde ese enfoque crítico, las desigualdades existentes en la sociedad y proponer soluciones” todo ello empleando una innovadora herramienta: la autoetnografía.
Se trata de una ciencia que parte de la etnografía y le aporta “un enfoque individual, una visión más personal e interpretada en la que el ‘yo’ toma protagonismo”, apunta la ponente.
¿En qué punto se encuentra Canarias?
“La tarea nunca acaba”, asegura Larisa Pérez Flores. “Existe una gran trayectoria de lucha en Canarias por una sociedad más igualitaria, y desde distintos ámbitos, pero se trata de un trabajo que no concluye sino que continúa, pues cada generación aporta sus herramientas, diferentes de las anteriores, para avanzar por este camino”.
“Las generaciones actuales, al igual que las anteriores, resisten como pueden. Ahora disponemos de más espacios que hace unas décadas, pero antes también aportaban avances desde sus condiciones. Solo sobrevivir es objeto de resistencia. Por eso no se trata de una generación sea mejor que otra, sino de que cada una de ellas se encuentra en su propio proceso de avance”.
Sin embargo, esta realidad en continua búsqueda y trabajo “no debe resultar desesperante. Los ciclos de la naturaleza se renuevan y a cada generación le toca aportar una parte. En definitiva, tienes dos opciones: intentar transformar o permanecer en la pasividad”.
En la actualidad, las nuevas generaciones afrontan su realidad con características nunca antes vistas. “Tengo la impresión”, comenta Pérez Flores, “de que a los jóvenes de hoy día les ha tocado una época difícil, repleta de un desánimo que se les recuerda de forma constante. Y esto debe ser muy complicado de superar”.
Las soluciones están, no obstante, al alcance de muchos: “intentar aplicar en la docencia este enfoque y las herramientas para activar cosas que hagan más felices a las personas. Esta es, en realidad, la meta última de los procesos de transformación social: una sociedad en la que todos sean más felices independientemente del barrio o las circunstancias en las que hayan nacido”.
Recursos
En la aplicación de esta metodología a la docencia, Pérez Flores apuesta por “evitar entrar en las aulas a soltar un rollo de forma unilateral, sino abrir espacios de intercambio de saber, proponer actividades que nos ayuden a deshinibirnos y escuchar. Porque no siempre son los docentes los que lo saben todo. Así podremos captar la atención del alumnado, que suelten los móviles y pasen de una actitud pasiva a otra más activa”.