La calle Mar Cantábrico, entre el Hospital Universitario y el Palacio Expomeloneras, paso obligado de miles de coches ofrece una mala imagen de Maspalomas.

Resulta sorprendente que en una de las zonas más céntricas de Maspalomas, como es el de la calle Mar Cantábrico, paso obligado de miles de coches y de numerosos autobuses al día, muchos de ellos con turistas, se encuentre completamente abandonada. Mientras que en su amplio recorrido, a uno y otro lado de la calle, más la mediana de separación, solo se encuentran, por una parte, decenas y decenas de palmeras secas, resecas, con numerosas ramas de un color pálido, heridas de muerte, colgando hacia el suelo y bordeando el asfalto de la calle, donde suelen acabar desprendidas, con peligro para los conductores. Por otra parte, más allá de esa pesarosa y mala imagen de palmeras desgarradas, se ofrecen. a ambos lados, inmensos y áridos espacios de terrenos secos por el otro completamente abandonados, desatendidos, descuidados.

Y en menos que canta un gallo, de una zona turística de lujo y relieve, como es la de Meloneras, lindando con la playa, en medio de una abundancia de extraordinarios hoteles, centros comerciales, el Casino, restaurantes, por donde transitan numerosas embajadas turísticas de calidad y distinción, se pasa, en el transcurso de unos escasos centenares de metros, a todo un largo secarral existente al medio, no ya exenta del menor atractivo turístico, sino todo lo contrario, sumido en un estado de lamentable dejadez.

Peor aún resulta el que la calle Mar Cantábrico se presenta como una de las principales entradas y salidas a uno de los más lugares más esplendorosos del turismo de Maspalomas. Toda una contradicción.

Un largo desierto, el que se abarca entre el Hospital Universitario San Roque hasta el Palacio de Congresos Expomeloneras. Todo un largo desierto del más lamentable, contradictorio y negativo espectáculo e imagen que se puede ofrecer a la vista de los turistas y sin el menor rastro de alguna piadosa sombra para descanso de los transeúntes y caminantes.

Una escandalosa desatención que clama a todos y que dice bien poco de los técnicos y otros encargados de cuidar la zona. Una imagen, sencillamente, que salvo el trazado de la calle, y su asfalto, resulta tercermundista, incoherente, y sobre todo, negativo para cuantos pasan por la misma.

Resulta que esa privilegiada zona turística que es Meloneras, uno de los reclamos más significativos de Maspalomas, tiene una amplia y bien diseñada calle, como es Mar Cantábrico, pero en la que no se percibe el menor atisbo ni síntoma alguno de cuidado. Tan solo el de una calle absolutamente abandonada, dejada de la mano de los jardineros y de quienes deben de velar por su mayor cuidado, y que encontrándose en uno de los espacios de oro de Maspalomas y que desde luego no contribuye de modo alguno por y para la mejor imagen de Maspalomas.

Lo que tanto debieran de cuidar todos, sobre todo los responsables municipales, y que saben y utilizan de la imagen turística y de los atractivos y encantos de Maspalomas, que son bastantes, para proclamar sus atractivos y excelencias, como para que por la dejación de funciones de algunos responsables municipales, la calle Mar Cantábrico haya adquirido, por derecho propio, el de ser una de las imágenes más negativas de Maspalomas,

Más, aún, en un escenario tan próximo a numerosos lugares a los que se dirigen con una frecuencia constante turistas y más turistas. Y no digamos, ya, de los transeúntes de a pie.

En medio de todo ese esplendor, por alguna razón desconocida, que no alcanzamos a comprender, junto a lugares tan emblemáticos, como todos los que se encuentran ubicados en las cercanías del Palacio de Congresos: Centros Comerciales con el Oasis o el Varadero, hoteles, como el Lopesán Baobab Resor, el Gran Casino Costa Meloneras, el Hotel Suite & Vills by Dunas, el hotel Villa del Conde Sort & Talasso, el hotel Maspalomas Ressort, el Boulevard Oasis Beach, con refinadas tiendas, el Hotel Riu Gran Canaria, el Boulevard El Faro, el restaurante El Senador, El Churrasco, y otros numerosos establecimientos de excelente factura, presentación y lujo.

Así con, como en esta ocasión, las contradicciones –que nadie parece querer solventar– de Maspalomas. ¿Tanto trabajo cuesta, apuntamos, ingenuamente, adecentar la calle Mar Cantábrico, imprimirle un poco de interés de sensibilidad, y posibilitar una agradabilidad de la que ahora carece por completo?