El Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana debe de acoplar la mejor dinámica en beneficio de sus residentes.

Tras el grito desgarrador del pasado día 20 en todo el Archipiélago canario, del que se han hecho amplio eco numerosos medios de comunicación, incluidos muchos extranjeros, preferentemente de las zonas de las que llegan más visitantes y turistas, como es el caso de Alemania o de Inglaterra, se ha dado inicio a una nueva forma acerca del turismo.

El crecimiento turístico de Maspalomas y de toda Canarias ha sido tan anárquico como desordenado, donde han intervenido numerosas circunstancias. Desde la especulación más descarada, salvaje e irracional, hasta los de quienes, benditos ellos, cumplían con la que la ley.

Pero ha llegado un momento en que el ciudadano, ese que además se ajusta con las normativas legales, el que no tiene más remedio que buscarse la vida ganándose un sueldo como buenamente puede, ya pide nuevas soluciones a este arrasamiento del turismo, que es precisamente el principal y el motor más fuerte y consistente de la economía canaria.

Maspalomas, donde radica el mejor clima del mundo, y situada estratégicamente en los lugares preferentes del turismo español y europeo, con numerosos atractivos, ha sabido organizar, eso si, un calendario de ocio y de diversión, con singulares muestras de su diversidad, en base a una activa capacidad creativa con la que se abierto, y mucho, las puertas del turismo.

Pero, dejando a un lado esos criterios, mientras el Parlamento autonómico debate un proyecto de ley, el equipo de gobierno de San Bartolomé de Tirajana debiera de proceder, como ya hemos señalado en alguna otra ocasión, a estudiar, analizar y planificar la propia dinámica del sector turístico en base a la mayor y mejor planificación turística y urbanística, donde determinados agentes se han encargado de burlar de modo sistemático las leyes y que campan a sus anchas porque no se ha vigilado con la debida sensibilidad el respeto a la normativa.

Un Ayuntamiento como el de San Bartolomé de Tirajana debiera de saber, según entendemos humildemente, organizar la amplitud de sus recursos y poner en marcha un seguimiento, con todo rigor, de cómo se ha ido produciendo ese recorrido de numerosas empresas que no cumplen con la ley, imperando la de los criterios personales que tanto daño hacen al municipio y a sus residentes,

Bienvenido sea cualquier movimiento de estas características que impulsen la mejor remodelación, ordenación y planificación del turismo en Maspalomas, priorizando, eso sí, el cuidado de sus residentes, además de las atenciones pertinentes, legales, adecuadas y oportunas al sector turístico.