La estampa de tórtolas y palomas frecuentando por San Fernando, Maspalomas, Castillo del Romeral, El Tablero, complejos residenciales y otros núcleos urbanos, resulta agradable… Pero que le acompañen a uno a la hora del aperitivo, como si fueran invitados a la mesa, parece que se debiera combatir. Sobre todo, por la salud de los parroquianos.

De este modo es de señalar que en algunas céntricas cafeterías y bares de determinadas áreas urbanas el instinto de las palomas y de las tórtolas las lleva a sobrevolar con frecuencia por las cercanías de las mesas de los clientes, en una confianza ilimitada y ciega, tratando de picotear lo que encuentren a su alcance y llevarse algo a la boca. Las migas y restos de comidas que llegan al suelo.

También, claro es, como observan con frecuencia muchos clientes, la condición de astucia y confianza de las tórtolas y las palomas, las lleva a posarse en el respaldo de una butaca con ese aire de agudeza que las preside, con el que se instalan también en el suelo y hasta en las mesas, y, llegado el caso, decididas a compartir los alimentos con la clientela.

A pesar del trabajo de los camareros y personal de bares y cafeterías por y con denodados esfuerzos, evitar la presencia de las tórtolas y las palomas, con los medios a su alcance, lo que nos consta por parte de los buenos profesionales, resulta evidente las aves, regresan una y otra vez a lo que consideran sus predios, tratando de ganar la confianza de los parroquianos, intentando confraternizar con los mismos y sacarles unas migajas, entres sonrisas de los pequeños…

Una estampa, la de las tórtolas y palomas, caminando y sobrevolando por las proximidades de la clientela, que, si bien satisface y atrae a la chiquillería, tratando de cogerlas y jugar con ellas, no comparten demasiado los clientes… Aunque no creemos que sea porque vayan a tratar de escuchar las conversaciones de la clientela. Que las tórtolas y palomas van a lo suyo y poco les importan a quién van a votar el domingo 28, si la vecina se ha comprado un coche, o si los precios se andan por las nubes.

Pero sí que consideramos que las autoridades pertinentes debieran de concienciarse de la necesidad de establecer las medidas más adecuadas para que las tórtolas y palomas, que enriquecen la avifauna tirajanera, no traspasen la frontera de la intimidad de quienes acuden a las terrazas a desayunar un bocadillo de pata y café con leche, un aperitivo de cerveza con pincho de tortilla o calamares, cerveza, o , simplemente a contemplar el horizonte a su alcance, según el lugar…

Ya se sabe que estas aves pueden transmitir, además de molestias a los clientes, algún otro inconveniente. Dicho queda, con todo respeto y consideración.