Una numerosa presencia de las dos especies transitan y descansan, plácidamente, en los jardines del gran pulmón que oscila entre la Ciudad Deportiva, el Parque Sur, los campos de fútbol y el Parque Infantil Parque Sur. Se trata, sencillamente, de una serie continua de hermosas imágenes.

Una presencia muy familiar, la de estas aves, los patos y las garzas, que prácticamente todos los días acampan por esa amplia zona, en uno de los lugares más céntricos de San Fernando de Maspalomas, transmitiendo su confianza, prestando colorido, tan agradable a la vista, y su encanto a todos los viandantes y transeúntes que circulamos o pasamos a pie, casi de modo constante, por una de las zonas más transitadas.

Un pequeño bando de garzas boyeras

Una estampa alegre y cercana, serena, bella, agradable, cordial, que día tras día, sin embargo, nos llama la atención, nos distrae por espacio de unos puñados de segundos, que satisface siempre a los mayores, que distrae también siempre a los más pequeños, saludando a la avifauna y buscando una fotografía que inmortalice un recuerdo, siempre a mano con el móvil, y que, además, nos acerca a esa llamativa estampa que transmiten los patos y las garzas, picoteando por entre la tierra y las hierbas, para saciar el hambre, descansando de forma placentera, y que ya, a base de la confianza que facilita el paso del tiempo, se supone que cómodamente, ni se inmutan lo más mínimo, en medio de ese trasiego ciudadano que les sitia entre el rodar constante de los coches, autobuses, motos, camiones, y el ruido permanente de los motores…

Los patos ni tan siquiera se mueven lo más mínimo cuando uno se acerca a ellos, con la cámara fotográfica en ristre, permiten que uno se aproxime hasta una distancia corta, muy corta, apenas un puñado escaso de centímetros, y hasta coquetean, no se sabe si con un disimulo de presunta indiferencia, o, tal vez, acaso, en búsqueda del objetivo y lucir su estampa. Una estampa genuina, agradable, llamativa y bonita. Como la que siempre ofrecen…

Los patos permiten, sin problema alguno, el máximo acercamiento a ellos…

Sin embargo cuando caminamos, aún con la mayor lentitud y sigilo hacia las garzas, dejándose llevar por su instinto, en cuanto una garza cualquiera levanta el vuelo de forma rápida y ágil, acaso porque considere que se aproxima el peligro humano, pareciera que da la voz de alarma y avisa a la bandada en la que se encuentra integrada. Acto seguido esas pequeñas bandadas de garzas, inmaculadas de puro blanco, van levando el vuelo, casi de forma uniforme, y se trasladan unas decenas de metros más allá, más lejos de nosotros, del enemigo humano, por ingenuos que parezcamos, camino de ellas. Y levantan el vuelo no tanto huyendo, aunque sí alejándose, evidentemente, de la presencia de los humanos.

Patos y garzas que se han ido haciendo haciendo y encontrando un hueco de ubicación en su cómoda estancia por unos lugares ideales, con un césped de verde cuidado y brillante, gracias a la mano experta de los jardineros, de mayor tránsito de San Fernando de Maspalomas…

Patos y garzas que, por su familiaridad, más allá de algunos pequeños recelos defensivos de las aves, se han convertido, con el paso del tiempo en unos símbolos identificativos de la ciudad, por esa presencia de día en día, casi siempre, y que solamente abandonan, por lo general, en las horas del descanso nocturno.

Una estampa emblemática de San Fernando de Maspalomas. Y, ya, tan nuestra…