Una vez más el Cristo del Buen Fin, una de las tallas de mayor devoción en la imaginería grancanaria, ha desfilado procesionalmente, con un extraordinario recogimiento y solemnidad, en la noche del Jueves Santo, rodeado como siempre, por el fervor, la curiosidad y la admiración de miles de fieles canarios que se agolpaban en Vegeta, aguardando su salida y su paso por las calles del tradicional recorrido.
El Santísimo Cristo del Buen Fin (fotografía captada de la página de la Cofradía)
Desde las doce de la noche, que es su hora habitual de salida de la ermita del Espíritu Santo, en Vegueta, un impresionante Cristo, adornado con esa belleza que le imprimen sus devotos, hasta las dos y media, la procesión del Cristo del Buen Fin, ha sido acompañada por el silencio, uno de sus santo y seña, y la mirada sobrecogida de todos los asistentes a la procesión de la noche gran canaria.
La Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin, fundada en el año 1941, y que tiene como Hermano Cofrade de Honor al Rey de España, Felipe VI, como Cofrade Honor, lleva a cabo su recorrido dese entonces, junto a la magnífica y muy bella talla, como es la del Cristo del Buen Fin, por las entrañas del precioso y popular barrio de Vegueta, en medio del más fervoroso silencio por parte de todos, pasando por la calle Castillo, doctor Chil, plaza de San Agustín, calle de San Agustín, Espíritu Santo, Obispo Codina, plaza de Santa Ana, hasta llegar de nuevo a la plaza del Espíritu Santo.
El Cristo del Buen Fin es una imagen de 1645, obra de Sebastián Rodríguez, discípulo de Juan de Mesa y coetáneo y colaborador del taller de Martínez Montañés. Fue restaurado en 1979 por Luis Ortega Bru, constatándose que la imagen es de madera maciza y sin clavos en su estructura.
La procesión del Santísimo Cristo del Buen Fin se efectúa sin acompañamiento musical alguno, y en medio de un profundo silencio, que penetra en todos los fieles y devotos participantes y asistentes, en un acto de identidad penitencial.
Una enriquecedora y solemne procesión, con los cofrades vistiendo capa roja con vueltas de terciopelo, así mismo rojo, con un fijador de hilo de oro con dos borlas.
Es de señalar y dejar constancia, que antes de iniciarse el recorrido procesional de la cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin, por un escenario tan popular, como el del barrio de Vegeta, en el interior de la ermita se canta el Miserere, que resuena con la fuerza de su misterio y de su cántico.
Durante el recorrido de este siempre venerada imagen y procesión se van procediendo una serie de paradas ante las estaciones del Vía Crucis en aquellos puntos en los que en diferentes casonas del barrio de Vegeta se ha procedido a colgar una cruz de madera. Un tiempo en el que tan solo se escucha la voz del sacerdote, en el proceso correspondiente rogatorio de cada una de las Estaciones.
También hemos de dejar constancia expresa de que la procesión del Santísimo Cristo del Buen Fin es conocida, también, como la Procesión del Silencio.