Por JUAN DE LA CRUZ

La revista digital «Maspalomasplus.com» ha echado mano hoy de una serie de imágenes de Maspalomas en Aquellos Tiempos… Unas entrañables estampas de aquel lejano entonces, a través de las cuales se diseña una curiosa radiografía de cómo era Maspalomas hace, nada más y nada menos, que 69 años.

Abre bien los ojos, querido lector, y te sorprenderás con la inmensidad del aliento turístico que ha experimentado desde entonces este impresionante y siempre bello y misterioso lugar que hoy se encuentra entre los destinos más cualificados del sector turístico, a nivel mundial, y que tanto bien ha generado en esta zona.

Ahí va el camellero, con su vestimenta tradicional de entonces, con su camello…

Para ello la revista digital «Maspalomasplus.com» ha pasado revista a una entidad de tan extraordinaria envergadura informativa como la que suponía en Aquellos Tiempos el No-Do, Noticiarios y Documentales, y cuyos pequeños reportajes festivos e informativos se exhibían, de forma obligatoria, en todas las salas cinematográficas de España, antes del comienzo de las proyecciones de las películas.

Las dunas de Maspalomas en el año 1953

Maspalomas se conformaba entonces, como toda una serie de estampas de soledades, de silencios, acaso incomprensibles, de misterios y de enigmas, de palmeras altivas que se estiraban hacia los cielos, de unas dunas sorprendentes, muy sorprendentes, y bellas, bellísimas. Si cabe, si nos lo permite el lector, como todo un mar inmenso de arenas, de soles, de humedales, de calores, de camellos, de vientos procedentes de la mar, de paisanos tirajaneros que transitaban, quien sabe si de forma de forma cansina y aburrida, en aquellas solitarias rutas por las que solamente ellos se atrevían a cruzar camino de sus esperanzas o de sus propias desesperanzas, de un faro que clamaba como una inmensa torre hacia lo más alto y orientar a las embarcaciones…

El Faro de Maspalomas se alzaba hacia los cielos en solitario en aquellos tiempos.

Maspalomas, en el año1953, tal como acreditan las imágenes que ofrecemos a nuestros lectores, poseía toda una inmensa belleza de otras esferas y de otros ámbitos y de otros enigmas, acaso toda una muy larga serie de enigmas en aquellas gentes y cuyas estampas, hoy, ya, ni tan siquiera podrían recordar los más viejos del lugar…

Todo un lugar paradisíaco de soledades, de caprichos de vientos, de naturaleza autóctona, agreste, libre de cercados, de alambradas, de vallas, de cementos, de mundos entrañables y desconocidos, prácticamente por todos, menos por el farero de turno y algún que otro paisano que, con chaqueta y cachorro, tirando de las riendas del camello, cruzaba de modo, incansable, el largo secarral de las dunas, sabe Dios con qué destinos…

La sublime belleza y estampa del palmeral deja asomar, mínimamente, el Faro de Maspalomas

Esta era la estampa, inmensa y excepcional, sorprendente y bella, curiosa y melancólica, atractiva y sugerente de ayer, desconocida y silenciosa, siempre envuelta en la mar de las calmas, de hace, ya, todo un impresionante puñado de años que, a estas horas, se agolpan en los cuasi olvidados archivos documentales. Y de donde, en nuestra opinión, siempre viene la mar de bien pasar la vista y conocer los parajes y los paisajes de aquellos tiempos.

No viene mal, no, creemos, el recuerdo de esas imágenes y de esas estampas, de cómo era y de cómo e representaba, sencillamente, en el año 1953, el Maspalomas de entonces… Quizás sea un momento idóneo para hacer un alto, mirar hacia la inmensidad del sector turístico, que tanto ha cambiado el panorama de estas estampas, y recordar, a los ojos nuestros lectores, esas serie de imágenes que hoy les ofrecemos a través de las páginas de esta revista digital… Y que, sin lugar a dudas, hoy nos emocionarán a todos.

Va por ti, lector amigo…