Paulino Rivero, ex presidente de Canarias, pide y solicita en su artículo que hoy publicamos «más diálogo, mas compromiso y mas responsabilidad; menos mirarse el ombligo y menos crispación, la situación lo aconseja».
El frentismo sigue creciendo en España. La mayoría de la amplia franja de ciudadanos que anteponen el interés general al ciego y fanático entreguismo partidario, celebró el nuevo aire que para el sistema democrático suponía la irrupción en 2015 de nuevas fuerzas políticas que rompían el bipartidismo que durante cuarenta años habían protagonizado populares y socialistas.
La aparición en escena de Podemos y Ciudadanos oxigenaba el sistema y revitalizaba la política de acuerdos y alianzas en España. Las nuevas formaciones políticas que entraban en el Parlamento de España estaban llamadas a jugar un papel de bisagra entre el PP y el PSOE, pero los errores cometidos sorprendentemente por Albert Rivera condenaron prematuramente a Ciudadanos a prácticamente desaparecer de la política española. La pérdida de representación de Ciudadanos frustraba las expectativas de que se convirtiera en el partido centrado que podía entenderse, unas veces con los populares otras con los socialistas.
El vacío político dejado por Ciudadanos y los desatinos del PP han favorecido la aparición de la extrema derecha que representa Vox en las instituciones. Los nuevos partidos políticos surgidos después del año 2015, llamados a jugar un papel conciliador entre PSOE y PP, solo han servido para radicalizar más la política española y ensanchar la distancia entre la derecha y la izquierda.
Después de la Constitución de 1978 estamos viviendo el momento mas agrio de las relaciones entre la derecha y la izquierda en España. Falta diálogo y transparencia, sobran exabruptos y victimismo en unos momentos muy delicados para el Estado. La impresión que transmite Sánchez es que su prioridad es, por encima de todo, seguir liderando el Gobierno. Su estrategia parece estar mas centrada en anticipar el fracaso de la investidura de Nuñez Feijóo que en dar respuesta clara, transparente y contundente a las exigencias de los independentistas sobre una ley de amnistía y un referéndum de autodeterminación.
Por otro lado, el PP trata disfrazar su incapacidad para conseguir una mayoría para la investidura de su líder echando leña al fuego y alentando manifestaciones contra el hasta hoy desconocido contenido del proyecto de ley de amnistía que exigen los independentistas catalanes para hacer presidente a Sánchez. Hasta el momento, populares y socialistas están echando toda la carne en el asador para defender los intereses de sus respectivos lideres; ningún esfuerzo para buscar el interés general del conjunto del Estado y de los españoles.
La Ley de Partidos Políticos del año 2002, que ha permitido el registro de los partidos independentistas, fue aprobada, entre otros, por el PP y el PSOE. También la Constitución del 78 fue respaldada por los socialistas y por los originarios de los populares actuales. No estará nada mal que los dos grandes partidos de Estado se sentaran a hablar sobre la interpretación de estas normas que son pilares de nuestro sistema democrático.
La construcción del Estado español no puede estar dependiendo solo del chantaje de una fuerza política territorial que no tiene en cuenta los intereses del conjunto de los territorios que conforman el Estado. Los dos grandes partidos de Estado, PP y PSOE, tienen la responsabilidad y la obligación de ponerse de acuerdo en aquellas cuestiones que garantizan principios básicos de nuestro sistema democrático, como la integridad y cohesión territorial y la no discriminación por el lugar del Estado en el que vivimos.
Mas diálogo, mas compromiso y mas responsabilidad; menos mirarse el ombligo y menos crispación, la situación lo aconseja.