El presidente en funciones del gobierno de Canarias da muestras de decadencia y bajo ánimo. A pesar de larga trayectoria en cargos oficiales, no se encuentra en su mejor momento. Tras el acuerdo entre CC y PP no hace más que lamentarse. Ahora pide a la presidenta del Parlamento canario que respete su papel institucional.

Angel Víctor Torres anda llorando por las esquinas desde el acuerdo firmado entre Coalición Canaria y el Partido Popular por hacerse con el gobierno de Canarias. Desde entonces el todavía presidente en funciones no ha hecho más que quejarse, en lugar de demostrar su deportividad, la consideración y el eje de la sensibilidad y decisión de los partidos que, en base a la mayoría absoluta de sus diputados en el Parlamento canario, le van a desalojar en escasos días de la presidencia del Gobierno.

Mal estilo el de ya, pronto, ex presidente, despide un sentimiento agrio, incómodo. Algún motivo habrá. Quizás el apego al cargo y que le manda a la oposición. Al menos, salvo imprevistos alguno, durante los cuatro próximos años.

Sorprende, más aún, que ahora solicite a la nueva presidenta del Parlamento de Canarias, Astrid Pérez, que respete su papel institucional. Y sorprende más, aún, porque Torres debiera de conocer el pedigrí que desprenden, por ejemplo, sin ir más lejos, sus correligionarios Meritxell Batet, presidenta del Congreso de los Diputados, y Ander Gil, presidente del Senado, que han desarrollado en la legislatura que ya acaba, un papel más bien penoso y de obstrucción con y contra el Partido Popular, pasando de reclamaciones, quejas y otros varios. O su correligionaria, la presidenta del Parlamento de Extremadura, que acaba de hacer una jugada política pro PSOE aprovechando los desencuentros entre PP y VOX en dicha región.

El líder del PSOE canario ha criticado un pasaje del discurso de Astrid Pérez en el que, señala Angel Víctor Torres, hizo “un ataque y una crítica al gobierno saliente” y ha agregado que “para eso están los portavoces y estamos los presidentes de los grupos parlamentarios”. Cuando, precisamente, Astrid Pérez elaboró un brillante discurso de raíz canarista.

El presidente en funciones se encuentra bajo de ánimo, bajo en el sentido de la deportividad política, de mal perder, de no asumir las adversidades. Quizás le venga bien un tiempo de descanso, ahora que ya se aproxima el verano, y quizás le sentara bien volver a las clases de aquellos institutos que dejó hace ya más de veinte años, para dedicarse a una tarea política en la que no le ha ido demasiado mal. Tal como se puede apreciar en su currículum.

Pero si le llegan malos tiempos, déjese de tanto protagonismo ajeno a la realidad y descanse, presidente en funciones, mientras el reloj para su salida de la presidencia del Gobierno de Canarias sigue avanzando segundo a segundo, camino, ya, de la sesión parlamentaria de la que habrá de salir elegido Fernando Clavijo, de Coalición Canaria, como nuevo presidente del Gobierno de Canarias, y al que, por cierto, deja un listón fácil de superar, por sus carencias y lagunas.