Resulta evidente que el rey Mohamed VI y Marruecos, mediante diferentes vías, no dejan de fijar su mirada hacia Canarias.

Ya no son solo las más que dramáticas y penosas riadas humanas de inmigrantes ilegales que llegan desde Marruecos por diferentes motivos, sociales, políticos, económicos, humanos, en largas, severas e inhumanas travesías en cayucos, en pateras, en lanchas neumáticas, y su expansión, tal como está procediendo de forma continuada por toda España, donde más pronto que tarde, todos ellos acabarán siendo legalizados desde la propia ilegalidad.

Ya no es solo la presencia continuada de marroquíes por toda la geografía canaria, con venta ilegal en playas y en otros lugares de mercancías con todo tipo de baratijas. Con gorras, pulseras, relojes, sombreros, gafas, manteles, haciendo trenzas, playa arriba, playa abajo…

Ya no solo es que las crueles mafias criminales, situadas y permanentemente activas a uno y otro lado de la mar, de forma manifiestamente estratégica, actúen con una impunidad tan cruel, tanto en el tráfico con personas como en el ajetreo y trasiego de su mercancía, sin que les importe lo más mínimo el desgarro que causan a las gentes españolas.

Ya no solo es el continuado e impresionante tráfico de hachí que llega desde Marruecos por Andalucía, que está generando un pavoroso campo de minas, como fue el asesinato, hace escasos días, de dos guardias civiles en Barbate, que defendían el honor de su misión en el cuerpo, el honor de su uniforme y el honor de su compromiso en la defensa permanente y continuada de la sociedad esapñola.

Ya no solo es la llegada permanente de productos, naranjas, tomates, aceitunas, cebollas, judías, y un largo etcétera, a bajos precios y algunos de cuyos productos, según ha denunciado la prensa española, están tratados con pesticidas prohibidos por la Unión Europea, como es el caso de un brote de hepatitis, producido días atrás, a través de unas fresas llegadas de Marruecos y de sandías con restos de insecticidas en una proporción superior a la permitida en el mercado europeo.

Ya no es solo que Marruecos pactara con Pedro Sánchez la línea marítima entre las Islas Canarias a través de Puerto del Rosario, en Fuerteventura, y la localidad marroquí de Tarfaya para fomentar la llegada de productos agrícolas marroquíes y con la que está cayendo de forma continuada y agresiva en la crisis del campo español tan castigado por el gobierno Frankenstein.

Ya no son solo las operaciones militares como la que hace escasas semanas se produjo junto a las aguas españolas de Canarias, con los misteriosos enigmas y sigilos que llevaron al presidente de Canarias, Fernando Clavijo, a un despacho urgente con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

Más aún si se compara la diferencia del valor del dirhan con el euro (1 dirhan: 0,092 euros), y que desgarran, aún más, el duro trabajo y el esfuerzo inconmensurable de los agricultores canarios, siempre entregados a sus esforzadas y sacrificadas tareas y ocupaciones en el campo, todo corazón y pasión de tierra por salir adelante en sus afanes, y que, sin embargo, se encuentran vilmente apresados entre los desprecios y las desatenciones del gobierno español, de cuyas decisiones se quejan amargamente, mientras, paradójicamente, se van produciendo avances comerciales de los mercaderes y empresas marroquíes que, día a día, penetran sin piedad ni compasión por la geografía española de Canarias y de la península.

Ya no es solo la conocida operación Pegasus por la que Pedro Sánchez rinde pleitesía, de honor, al rey Mohamed VI de Marruecos, tras haber obtenido los datos de los teléfonos móviles de Begoña Gómez, esposa del presidente del gobierno de España, y del teléfono del propio jefe del ejecutivo español, que está costando lo que está costando en la factura, al menos, con el Archipiélago Canario.

Ya no es solo que Marruecos persiga, con verdadero interés, la riqueza de los yacimientos existentes en el subsuelo de las aguas canarias, para la fabricación de paneles solares, coches eléctricos y otros productos tecnológicos, tan extendidos, ahora, por todas partes, como resultan el telurio y el cobalto, así como otros minerales.

Ya no es solo es el entreguismo permanente y continuado de las autoridades españolas, desde la pasividad, la inacción y la incompetencia a cualquier capricho de Mohamed VI, rey de Marruecos.

Ya no es solo que Pedro Sánchez entregara de forma tan miserable como indigna el Sahara tras un giro histórico. Un territorio sobre el que España ha sabido mantener, con exquisita prudencia y sensibilidad, una política de la mayor consideración.

Ya no son solo los camioneros que van a poder circular libremente por las carreteras españolas con su carnet de conducir, sin examen ni convalidación, tal como se aprobó recientemente en Consejo de Ministros.

la Ya es mucho más preocupante. Y es que el rey Mohamed VI y su gobierno, sus servicios secretos y sus colaboradores, contaminados todos ellos por el ansia de la expansión marroquí, miran hacia los horizontes de sus proyectos con el objetivo de alcanzar las fronteras españolas de las Islas Canarias, a través de una operación que cada día se hace más preocupante, estratégicamente hablando, en el Archipiélago canario y en toda España. Hasta el punto y extremo que son muchos los que ya comienzan a considerar que Canarias es y se hace mucho más importante para Marruecos que las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla.

¿Qué está acaeciendo para que el gobierno español, bajo la égida impávida de Pedro Sánchez, camine con pollo sin cabeza en un tema de excepcional relieve e importancia como el de la aproximación y avance paulatino de Marruecos, por unas y otras vías hacia su estrategia situada en el rumbo y el destino de las Islas Canarias?

Y esto no son más que las pequeñas cuestiones que conocemos los de a pie, a través de los medios de comunicación. ¿Qué es lo que habrá detrás, además, de todo lo expuesto anteriormente, que no conocemos , y que permanece como planificación en los archivos secretos de estado y en las inquietudes operativas de Marruecos?

Ante todo ello, nos preguntamos y preguntamos a Pedro Sánchez, al gobierno de España y a todos los ciudadanos canarios: ¿No es hora, ya, de que el presidente del Gobierno español hable con la mayor claridad sobre un tema vital para toda Canarias y para la nación española?